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Ilustres

Los retratos de los meses de Pieter Balten en Ourense

Hoy se clausura en la biblioteca pública de la ciudad la exposición "Os retratos dos meses da sé de Miranda de Douro", que llegaron a esta ciudad portuguesa procedentes de Amberes a finales del siglo XVI, siendo obispo Jerónimo Menezes.

Esta curiosa y sugerente muestra, que se exhibe en la biblioteca ourensana con motivo de la inauguración de sus nuevas instalaciones en San Francisco, comprende doce pequeños óleos sobre madera de roble alusivos cada uno de ellos a un mes del año.

La exposición viene acompañada de un interesante catálogo que debe su texto al profesor portugués Víctor Serrao, autor de la atribución de este "Calendario" al pintor Pieter Balten (1527-1584) contemporáneo y colaborador del Brueghel el Viejo, ambos, artífices importantes de la pintura de género flamenca.

El núcleo esencial en torno al que gira la muestra es la personificación de los meses y su significado alegórico. Se trata de un tema de larga trayectoria en la historia del arte y que lo encontramos ya en el mundo grecorromano en mosaicos y tumbas. En esta época, los trabajos de cada mes o estación se ajustan a lo que indicaban los calendarios rústicos que se ilustraban con indicaciones de festividades y también astrológicas. De Roma pasa al cristianismo y a Bizancio. Será durante la Edad Media cuando aumente su presencia y los hallamos en la escultura de las portadas catedralicias, en la miniatura, en las vidrieras y en la pintura mural. De esta última resulta imposible no citar como ejemplo los meses de San Isidoro de León. Lo mismo sucede con el libro de "Las muy ricas horas del duque de Berry", de los hermanos Limbourg, obra de ejecución exquisita e inspiración cortesana y referente imprescindible para este tipo de obras.

En el siglo XVI los pintores del norte de Europa, entre los que se encuentra Pieter Balten, darán al tema su propia visión fruto de la vena naturalista que define a los artistas flamencos, que les lleva a prescindir de gestos grandilocuentes y elegir como protagonistas a personajes secundarios extraídos del mundo rural, que representan la vida cotidiana. Todo ello sin olvidar de los significados alegóricos y simbólicos que ocultan.

Durante el siglo XVI, cuando Pieter Balten desarrolla su actividad artística, Amberes vive su época dorada favorecida por las nuevas rutas marítimas y convertida en el centro económico más importante de Europa, lo que propicia un activo comercio de venta y exportación de obras de arte.

Así, en torno a esta próspera ciudad, surge una generación de artistas encabezadas por Brueghel el Viejo y entre los que está Pierter Balten, ambos van a crear un repertorio de modelos y escenas de temática popular y con frecuencia de carácter festivo que se aleja de cualquier idealismo y que dará lugar a una pintura de género muy imitada que inspirará a un sin fin de variaciones y que es muy demandada. A esta generación le va a corresponder cerrar el primitivismo e iniciar lo que poco más tarde será como la pintura naturalista barroca flamenca.

Por el interés que despertaba este tipo de calendarios entre coleccionistas, cofradías o comunidades era frecuente que el propio artista realizase una serie de variaciones sobre el mismo tema para atender la demanda que se producía desde dentro y fuera de los Países Bajos. A veces, para satisfacer el mercado al ritmo de esa demanda, las copias y variaciones presentan una calidad desigual, fruto de la prisa o de la reducción de precios. No sucede así en la de Miranda de Douro y en otra existente en París que se le atribuye al mismo artista. En estos casos, entre ambas existe una rigurosa unidad formal y temática y solo la de París añade el símbolo del zodíaco, subrayando aún más esa importancia astral.

Las doce tablas de Miranda de Douro muestran a los protagonistas, seis hombres y seis mujeres, en su cotidianidad rural, personajes populares, salvo el mes de Mayo en el que se representa a una mujer de gesto, aspecto y vestimenta más refinada. En todas ellas vemos que lo que le atrae al pintor es cada uno de los personajes y sus atributos, detalles realistas que nos informan de la manera de vida del siglo XVI: prácticas populares, ciclos agrícolas, fiestas o nos da minuciosa información sobre la indumentaria. A ellos les presta más atención que al tratamiento dado al paisaje que es más escueto pero que no le impide lograr una síntesis entre este y las figuras. Con todo ello se crea un repertorio de modelos que da paso a un prototipo de figuras aplicables a otras composiciones. Al centrar su atención en la figura humana, los fondos quedan relegados a una simplificación cuya evolución, de un mes a otro, la marca la evolución natural de las hojas, trasluciendo algunos de ellos cierta repetición esquemática y cromática.

En cuanto a la técnica, en la gama cromática el rojo brillante, el amarillo y el blanco dominan el conjunto y resaltan las figuras, en especial los rojos. Llama la atención la sencillez en el proceso de su pintura con pincelada cuidada y fresca aproximándose a la forma de trabajar de Brueghel. También se puede observar que, quizás por su condición de dibujante, el dibujo subyace en toda la obra.

Si tenemos en cuenta que estos calendarios encierran interpretaciones alegóricas religiosas y morales, es comprensible que se presten en algunos aspectos a diferentes interpretaciones por parte de los estudiosos. En esta ocasión el estudio del profesor Serrao aporta luz a su comprensión.

Enero y Febrero son meses de invierno, pero también de fiestas y comidas, la luz es invernal, el fondo alude al hogar representando una casa nórdica con cubierta de paja. Enero representa al dios Jano, que da nombre al mes, y lleva el ánfora, símbolo de Acuario, símbolo zodiacal del mes. Febrero se representa por una rolliza y sonriente mujer con un gofre y una especie de brasero en las manos. Marzo es una mujer mayor, de perfil con una azada. Mes del equinoccio de primavera, también de Carnaval y Cuaresma. La vegetación ya germina y los árboles ganan follaje. Está consagrado a Marte, dios de la guerra, pero también de la juventud y la regeneración.

El hombre que representa a Abril es una evocación iconográfica de El Buen Pastor y del Moscóforo, oferente griego de la diosa Atenea, para asegurar una buena recolección. Es el mes de las crías de los rebaños, de la Pascua y la Resurrección. El mes de Mayo presenta algunas diferencias ya que rompe el patrón iconográfico de representar a personajes populares para optar aquí por una mujer más refinada y noble. Personificaría a la diosa Maya que da nombre al mes por excelencia de la vegetación y las flores, ligado también al culto mariano.

Junio, Julio y Agosto, meses de esquilar las ovejas, rastrillar y segar. A ello aluden los respectivos personajes con la duda de si el mes de Junio lo que lleva en sus brazos es un roedor y una escardadora, aludiendo a la amenaza que suponen los roedores para las cosechas. El mes de Septiembre es una campesina que lleva manzanas rojas y un ganso, ambos con una fuerte carga simbólica, la primera, es la fruta del Bien y del Mal, símbolo de fecundidad, y de creatividad y el segundo es símbolo del poder de Dios, de la emigración, base de la alimentación y ave de San Miguel y San Martín en algunos países.

El personaje masculino que representa Octubre va tocado con corona de laurel y lleva un delantal de miembro perteneciente a una guilda. En las manos sostiene una copa de vino y una banderita de fiesta. Alusiones báquicas y a sus fiestas, pero también el vino es símbolo de eucaristía. La representación de Noviembre se aleja, al igual que la de mayo, de los tipos populares del resto, a lo que suma también una mayor luminosidad. Porta en la cabeza un cesto con dos panes y dos tórtolas y en la mano izquierda muestra una sarta de pajarillos muertos entre los que se encuentran petirrojos y golondrinas, muy ligados simbólicamente a la Pasión de Cristo, como las tórtolas a la Iglesia y al alma fiel. Por otro lado, es el mes de Sagitario y Diana, patrona de los cazadores, y en la creencia cristiana es el mes de Difuntos y de Todos los Santos. Por último, Diciembre es el mes de matanza y caza, a ello alude el hombre con el jabalí entre sus brazos y el cuchillo en la mano derecha. Pero es también tiempo de natalicio y de despedida del año.

Los meses de Pieter Balten es un tipo de obra que es accesible, en un primer estadio se entiende y gusta, pero el espectador debe saber que van más allá de ese pintoresquismo del mundo rural como puede parecer a simple vista. Se debe mirar con una mirada más profunda que conlleve un conocimiento del significado religioso, astrológico y mitológico que tenían estas series en la época en que fueron realizadas.

(*) Doctora de Historia del Arte

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