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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

Los excéntricos

Una de las características de estos tiempos políticos parece, al menos en opinión de quien escribe, la pugna de los principales protagonistas, e incluso de algún actor secundario que aspira al ascenso, por ocupar lo que llaman el centro. Emplean en la reivindicación todo tipo de armas, por ahora dialécticas, sin percatarse de que unas cuantas son de naturaleza radical, y por tanto su uso contradice de lleno el objetivo "moderado" que dicen buscar. Pero es tal la ambición de ser "centristas" -de izquierda o de derecha, cada uno en lo suyo-, que incluso les da igual que el discurso no acabe de convencer a muchos.

(Algo de todo ello se nota en Galicia, pero sin demasiado eco. El espacio está ocupado, dos de los aspirantes a él aquí casi no existen y la izquierda ni pretende asomarse. Es cierto que una parte de ella fijará del todo su posición tras el discurso que hoy, para su investidura, pronuncie don Pedro Sánchez, de quien no se espera demasiada prudencia a la vista de que sus presuntos apoyos tienden a lo contrario, pero nunca se sabe. Lo único seguro es que el PSdeG-PSOE se alineará con todo lo que digan tanto el presidente en funciones como sus portavoces. Punto.)

El efecto colateral más dañino de esa situación general es lo duro del pulso. Lo perciban o no, el "centro" que se disputan no es tanto una idea o un modo de hacer política, cuanto un sitio imaginario en el que residiría la virtud. Una reducción ad simplicem de la tesis aristotélica que se ha convertido en obsesión y que por tanto tensiona y convierte el escenario en un reñidero: los de centro derecha son "fachas" para los otros y viceversa: los de enfrente, "rojos". Y hay algo peor aún: el duelo agota los recursos dialécticos, y eso provoca las ocurrencias. O sea, propuestas cínicas, incoherentes o desmemoriadas.

Tan extraña situación lleva, desde el punto de vista de quien lo expone, a la aparición de una nueva especie de políticos, los "excéntricos", que traducido de forma coloquial, equivaldrían no tanto a radicales cuanto -y para no espantar-, a "apartadas del centro". Y producen abundante cosecha: propuestas como que la señora Montero sustituya a su pareja en el Gobierno o que el señor Sánchez hable de un gabinete de "cooperación", Alberto Rivera exija del candidato un nuevo juramento de Santa Gadea o que la inefable Carmen Calvo se contradiga tres veces cada dos palabras.

Procede insistir en que gran parte de todo eso -y más- se verá y oirá a partir de esta mañana en las Cortes Generales. Y si los pronósticos se cumplen al menos por aproximación, el público en general asistirá a lo que el ilustre don Luis Carandell bautizó como "Celtiberia Show", un espectáculo que merece la ironía, y muchas veces la sátira, de los espectadores, precisamente porque lo que busca es que de la medianía surja el ridículo y, con suerte, la vergüenza ajena. Lo malo es que no todas sus señorías son capaces de sentir tal cosa y actuar en consecuencia. Y de ahí viene, también, la excentricidad.

¿ O no??

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