No sé que aportarán a la política las bajas y fichajes entre rivales, incluso antagónicos, que se suceden en las últimas semanas en Ourense, sitio distinto. Ya está acreditada la contribución al periodismo y la literatura. Montse Lama llamando "inhabilitado", "déspota", "machista" o "Al Capone" a su archienemigo Antonio Pérez, exalcalde en Xinzo, o resumiendo su relación de siete años en el PP "como un matrimonio en el que me sentía anulada", entrará a buen seguro en los anales de las crónicas políticas.

Ourense sabe producir como pocos lugares frases estruendosas, que saltan de la boca al titular. Como cuando -sin abandonar la comarca de A Limia-, el exalcalde José Antonio Rodríguez Ferreira, de Os Blancos, manifestó: "Yo solo creo en Dios, en la Virgen María y en don José Luis Baltar". La justicia, a pesar de su fe, lo enviaría a prisión. Hay políticos que, a diferencia de Lama, no esperan a soltar la amarra de la militancia para criticar a la propia formación. Meses antes de anunciar su marcha del PSdeG -la que activó la salida en cascada de sus afines, que continúa- el exsecretario xeral Pachi Vázquez ya decía (y además por escrito, en un tuit): "Por favor, PSOE y PSC, ¿podrían decir algo que se parezca un poco? Lo de quedar bien con todos conduce a que la mayoría no entienda nada".

Convendría analizar las relaciones políticas a la manera en que Isaac Rosa hace con las de pareja en la novela Feliz final (Seix Barral). Cogiendo el bisturí desde una ruptura para retirar capas emocionales, hasta reconstruir el vínculo de la hiel a la miel, del desencuentro final a la pasión del inicio. "El amor se destruye, se falsea, al recontarlo. El amor es inenarrable, siempre se narra cuando ya ha pasado, y entonces está sometido a relectura, reajuste, cuando no revancha".

Lama declaró a este periódico tras su marcha: "He trabajado mucho en temas de igualdad, algo que no había en la Diputación. Precisamente por el hecho de ser yo la persona que llevaba esa política, era doble el motivo para tratar de poner freno a esta situación de acoso y trato deshumanizado que sufro como mujer y política". Cuando, en 2016, la oposición afeó a José Manuel Baltar la denuncia -después archivada- de una mujer que lo acusó de ofrecerle un trabajo a cambio de sexo, el PP contraatacó reprobando al portavoz del PSOE de entonces, Nacho Gómez. El ariete del presidente en aquella sesión era una joven diputada. Se llamaba Montse Lama. Entonces quería al PP; ahora el amor se ha roto.