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Marchena se cura en salud

El presidente del tribunal, Manuel Marchena, se sabe bajo la mirada de Europa. Con su decisión de permitir que Jordi Sànchez siga luciendo el lazo amarillo, el juez conservador que iba para presidente del Poder Judicial y del Supremo (el guasap de Cosidó lo echó todo por la borda) le propinó ayer a Vox un primer revés pero, además, se curó en salud. Al menos (debió de pensar), que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) no nos pille denegando a ningún acusado el sostén de su lazo. O también: ¡A mí me van a pillar quitándoles los símbolos!

Marchena se alineó ayer con la corte de Estrasburgo al citar dos de sus resoluciones más recientes (contra Bélgica, y lo recalcó, y Bosnia-Herzegovina) para justificar ante el representante de Vox, que le había pedido que fijara criterio, por qué Sànchez podrá seguir con el color "groc" prendido en la solapa.

El expresidente de la ANC se reía mientras comentaba con Turull, sentado a su lado, el movimiento del juez, que no gasta cara de pocos amigos, sino de poner gran interés (y cierta afabilidad irónica) en lo que hace, pero no está dispuesto a consentir ningún exceso: ni del abogado del partido de extrema derecha (que menudo altavoz tiene para arengar durante tres meses) ni en la administración de los tiempos de exposición. (Toque, el martes, a Olga Arderiu, abogada de Forcadell; toque, ayer, a Pedro Fernández, el representante de la mal llamada derecha sin complejos.)

Tiempo habrá de que Marchena se faje con ese azote de los estados que reprimen los derechos fundamentales (y hasta humanos), Andreu Van den Eynde, el abogado de Junqueras, que a simple vista parece el gallo más peleón de la Sala; al menos, en tanto Ortega Smith no se atreva a coger el altavoz. Pero, por ahora, da la impresión de que el presidente del tribunal, consciente del tinglado que le ha tocado dirigir, no piensa tolerar que nadie se le salga de la marca. Y menos aún por un símbolo contra el cual se negó a legislar el Congreso y que incluso Sánchez (y me refiero ahora al jefe del Ejecutivo) dejó que Torra luciera en la Moncloa. Aunque, según Casado, hubiera debido arrancárselo en cuanto puso el pie en el primer peldaño de la escalinata. ¿A que no se atreve el joven líder del PP a sugerirle a Marchena que haga lo propio con Sànchez, el otro?

Cada uno tiene sus lazos y sus ataduras. ¿O no?

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