Pocos conocen en España quiénes son los consellers de Sanidad, Industria o Medio Ambiente de la Generalitat de Catalunya, pero a muchos les suena el nombre del conseller de Interior, Miquel Buch. Por que el president Torra le echó la gran bronca cuando los mossos, cumpliendo con su cometido, pusieron firmes a los CDR (Comités de Defensa de la República), que boicoteaban una manifestación de policías que reclamaban más medios y sueldo.

Después de la bronca, los mosssos no intervinieron al día siguiente cuando los CDR cortaron durante 24 horas las principales autopistas de Cataluña.

¿Quién no recuerda la anécdota del mosso que, cargado de sentido común, interpeló a un manifestante el 21-D, agente forestal de la Generalitat, cuando le dijo, "la República no existe, idiota"?

Y obligado por las circunstancias el conseller ha tenido que abrir un expediente al mosso - al parecer constitucionalista-, por llamar "idiota" al manifestante, "en el ejercicio de sus derechos constitucionales".

Por supuesto, el manifestante, funcionario de la Generalitat, que en lugar de ir a trabajar, acudió a defender la República Catalana, se ha ido de rositas. Pero esa es otra cuestión.

¡A la postre, Miquel Buch es conseller de Interior de la Generalitat de Catalunya. La de Puigdemont y Torra!

Como todos los de su oficio, prefiere la discreción a salir demasiado en los periódicos, aunque por razones obvias, las funciones que les competen los visibilizan más de lo que quisieran.

Las buenas noticias, como la reciente de que los mossos hayan desmantelado una cédula yihadista en Catalunya, lo cual es un logro magnífico, son pocas, y en cualquier caso, las malas suelen apagar o eclipsar a las buenas.

Ser ministro o conseller de Interior es cuestión aparte.

Por eso los responsables de ese departamento de los diversos Gobiernos suelen formar un club, más o menos ignoto, que lo suyo es el anonimato, cuando dejan de formar parte de los ejecutivos. Es un club apartidista, que integra a todos, porque se sienten más identificados con la función que con la ideología. Se comprenden, ocurriera lo que ocurriese a cada cual. No se repite en ningún otro ministerio.

Es lo que ocurre en las grandes orquestas con los instrumentos de percusión, que forman grupo aparte. Contaba Federico Sopeña, uno de los grandes musicólogos del pasado siglo, que los músicos de percusión eran alegres y lo pasaban bien, frente a los intérpretes de los otros instrumentos, siempre imbuidos por un halo de nostalgia.

Los de Interior, por causas varias, también forman grupo aparte en los gobiernos, al encargarse de las fuerzas de seguridad -y las cloacas del Estado-, y asumir la responsabilidad en situaciones peligrosas o complejas.

Hace unos días, el profesor de Economía Financiera y Contabilidad de la la Universidad de Vigo, Enrique Buch, comentaba al desgaire a unos amigos, hablando de sus antepasados vigueses, los Buch: "Creo que tenemos un pariente en Cataluña que es el conseller de Interior, Miquel Buch, es de Premiá de Mar, como nuestra familia".

Los Buch ahondan su protagonismo en la ciudad en la primera mitad del siglo XIX. Ramón Buch fue alcalde y uno de los políticos progresistas más activos de mitad del siglo. También fue un destacado empresario, que con su petición de instalar un gran almacén en las Cíes, que estaban desiertas, propició que las islas pasaran a pertenecer a Vigo, tras una dura pugna de más de un año, contra la Diputación y contra Baiona.

Taboada Leal, en su Historia de Vigo, describe con gran detalle las características del almacén y la fábrica de salazón que creó Buch en la isla de San Martín, y que motivó el repoblamiento del archipiélago, tras abrirse otra fábrica de salazón en la isla de Faro.

La fama de los Buch se prolonga en el tiempo con su hijo, Ramón Buch Buet, un reconocido fotógrafo y pintor, representante del eclectictismo artístico, que acabó su vida en Ferrol, a finales del XIX, como profesor de la Escuela de Artes y Oficios. En Vigo, se le recuerda, como a otros pintores, con una calle.

La saga de los Buch, sin la relevancia de los citados, continuó en Vigo hasta la actualidad. Y ahora ha emergido una nueva rama en Cataluña, con un protagonista, el conseller de Interior.