Sigo muy sorprendido con la polémica generada por la comparecencia de Beatriz González esta semana en el Parlamento de Galicia. Vayamos por partes.
Primero, es muy buena idea que las comisiones parlamentarias convoquen y escuchen a expertos en el tema correspondiente. En un Mundo de complejidad creciente como el que nos rodea es un disparate renunciar al conocimiento para entenderlo y tratar de mejorarlo.
Segundo, Beatriz González es una de las mejores expertas en economía de la salud en España. Sin duda, la mejor de origen gallego. Lleva toda su vida trabajando mucho y bien en este campo. Desde luego, sabe de lo que habla.
Tercero, cuando un experto académico comparece en un parlamento lo hace sin cobrar y a título personal. Mi propia experiencia, invitado por distintas fuerzas políticas y en varios parlamentos autonómicos, es que nadie te dice lo que tienes que decir. Y, desde luego, nadie puede presuponer que tu opinión sea la del partido que te invita.
Cuarto, cualquier opinión es discutible. Pero el disenso es plenamente compatible con el respeto, con la contextualización de las opiniones del otro y con el reconocimiento de que no todas las opiniones valen lo mismo. Desde luego, la mía no vale lo mismo si hablamos de financiación autonómica que de los últimos avances en medicina genómica.
Dicho todo lo anterior, mi interpretación de las palabras de Beatriz González es que en la gestión pública hay que observar de forma conjunta costes y beneficios y no perder de vista que los recursos siempre son escasos. Y la sanidad pública no puede estar al margen de ello antes de expandir sin límite la aplicación de catálogo de fármacos y tratamientos. Si usted tuviese que asignar un millón de euros: ¿lo destinaría a prolongar la vida de una persona un mes, a conseguir que 50 niños en situación de exclusión social mejoren su perspectiva vital o a reducir el tiempo de espera de 200 pacientes pendientes de una operación y con dolores?.
*Director de GEN
