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Huete, entre Cáccamo y Ledo

¡Qué buen trabajo el de José María Álvarez Cáccamo sobre "As artes da vida de Ánxel Huete", que estoy leyendo para que, pedido su permiso, pueda utilizarlo para las Memorias que publicaremos el domingo sobre el artista! Escrito con un estilo seductor, hay mucha información sobre todo lo que rodeó a Huete a partir de los años 50, todo el artisteo que se movía en esa Galicia hasta hoy, y muchas referencias a aquellos espacios del arte en que se desenvolvió también el biografiado por el extranjero. Ya dice él que no es una biografía canónica, ordenada cronológicamente como las de las Memorias de FARO, en que seguimos la ortodoxia clásica, sino una sucesión de retratos organizados por temáticas: estudios, viajes, experiencia política, activismo cultural... Creo recordar que el libro se publicó al calor de la fantástica exposición de Huete en el museo Marco, para la que su comisaria, Agar Ledo, elaboró otra biografía que colgaba en las paredes del museo, respetando el orden cronológico. De la de Agar, con su permiso, también me nutriré para estas Memorias que veréis en un ensamblaje entre la de Cáccamo y la de ella. ¿Sabéis por dónde empiezan las del primero? Con el artista intentando sobrevivir al surf peleándose con una tabla en la playa de Foz, allá por los años 70, y el escritor contemplándolo atónito desde su casa familiar.

Desde Michigan, Antón Reixa

Me entero por un artículo de mi colega Xosé Manuel Pereiro que Antón Reixa acaba de publicar o está a punto de hacerlo, en castellano y gallego, su libro "Michigan, acaso Michigan". Siempre me sorprende que, quizás porque corremos demasiado, nos enteremos tan poco de la vida de quienes tuvimos siempre en nuestra mirada. Yo sabía de su paso directivo por la SGAE que ahora se atreve a dirigir otro gallego, Hevia; sabía de su accidente de coche, pero no tanto de los sufrimientos físicos que le originó ni del cambio radical de vida que le supuso, al aliarse con la debacle en su empresa. Cuenta Reixaque cuando despertó del accidente, alterado su subconsciente, le dijo a su médico: "Me acojo a la Convención de Ginebra para astronautas heridos en combate" . Y se creía que estaba en Michigan . El humor no lo pierde nuestro admirado amigo, que ahora quiere centrarse en su faceta de escritor y poeta. Hay que leer el libro.

Y en El Juliana, con Natalia

Hoy me ha dado por hablar de libros así que compenso con otros placeres como el culinario. Y es que el otro día me fui con Natalia Cabaleiro, la hija de Gene Cabaleiro y Marisé, a comer a El Juliana, el restaurante sobre la plaza del Progreso de María Penín en el que Carla Álvarez desarrolla una cocina de mucho merecimiento, siempre en líneas muy creativas. Estaba lleno a pesar de su gran espacio, de lo que me alegro porque se lo pelean cada día y consiguen menús del día competitivos en precio y muy diferenciados. Natalia comió una brocheta de verdura, crema de pimientos y arroz salvaje, que es un solo plato, y Listado sobre romescu, tierra de pistacho y coliflor asada. Yo, un Bao chanquita y un arroz de perdiz y setas, todo en el plato del día. Ya sé que por el nombre no vas a saber lo que comes pero Carla lo borda todo habitualmente.

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