Lo que debió haber sido un fin de fiesta impecable, a punto estuvo de acabar en una mayor desgracia. El desplome de una parte del paseo de As Avenidas durante el concierto del pasado domingo que cerraba el festival de O Marisquiño no solo ha dejado más de cuatrocientos heridos y escenas de pánico más habituales de otro tipo de catástrofes que de una actuación musical, sino que ha transmitido una imagen de Vigo que no puede repetirse. Solo la fortuna -la bajamar en el momento del derrumbe, por ejemplo-, el buen hacer de los servicios de emergencias y la solidaridad de los vigueses que se afanaron en ayudar a los cientos heridos evitaron males mayores.

Ahora toca depurar responsabilidades y sobre todo ponerse manos a la obra para evitar que este tipo de situaciones vuelvan a empañar la buena imagen de un festival que ha logrado consagrarse como el más importante de España para el deporte y la cultura urbanas y que ya es una seña de identidad del verano vigués y de una ciudad que no se merece ser trending topic nacional por un accidente que seguro podría haberse evitado o por el deleznable enfrentamiento político que le ha seguido.

Lo sucedido en As Avenidas debe servir para aclarar el enredo competencial que afecta a este paseo -Concello, Puerto y Zona Franca- y de una vez por todas reparar y asegurar uno de los rincones más fotografiados de Vigo por vecinos y visitantes: un emblema turístico por excelencia. El mal estado de conservación del paseo marítimo era evidente. Hace más de diez años que desde sus páginas este periódico lleva advirtiendo de la necesidad imperiosa de adecentar un frente marítimo que está sometido no solo a un intenso trasiego de personas durante certámenes como O Marisquiño, el Street Stunts, el Vigo SeaFest o la Feria de Abril, sino también al paso del tráfico portuario de grandes estructuras.

Una década después, y más allá de algún parche del todo estético, el problema sigue sin resolverse, y la responsabilidad de quién tiene que hacerse cargo de los trabajos, sin aclararse. Vigo se merece que O Marisquiño sea portada nacional por su espectáculo y su influencia en el deporte urbano, no por accidentes que nunca más deben repetirse.