Ayer me senté frente al ordenador para poner en orden todas estas ideas que me rondan por la cabeza y todo lo que hoy os quería transmitir, la verdad es que ha sido una tarea mucho más difícil de lo que pensaba, no sé cómo ordenar todo lo que pasa por mi mente, no sé cómo expresar toda esta rabia, todo este dolor, toda esta indignación y todo este cúmulo de sentimientos que llevo dentro.

Siento rabia por no saber lo que pasaba en mi pueblo, por no saber que un ser sin escrúpulos estaba jugando con nuestra vidas, dos de las cuales se vieron truncadas ese fatídico 23 de mayo, Abdelkhalek el Bouabi Hailas y Ezzoura Bouadel, rabia por esos dos niños que perdieron lo más valioso que tenían y que tendrán que vivir sin el cariño y amor de una madre y un padre, a los que, por encima, cruelmente vieron morir. Siento un gran dolor por ver cómo este barrio, donde viven mis vecinos, conocidos, compañeros y amigos, quedó reducido a la nada. Barrio humilde, de gente luchadora y trabajadora, que con mucho esfuerzo y sacrificio tenían ahí sus hogares, incluso en alguno de los casos su medio de trabajo, en definitiva toda su vida.

Preocupación por cómo lo están llevando algunos de los afectados, por mucho que intento empatizar es imposible ponerme al nivel de desesperación y desolación que están sintiendo.

Tristeza infinita por nuestros vecinos mayores que con edades avanzadas tienen que partir de cero. Se me parte el alma escuchar como alguno de ellos, incluso prefería la muerte, que no pasar por esto con su edad, por no ver reducido a escombros todo aquello por lo que luchó tan duramente, porque en unos segundos vio como todo lo que tenía se le desplomaba a su alrededor, no solo lo material sino todos sus recuerdos, todos esos momentos vividos junto a su fallecida esposa. ¡Cómo va a querer vivir, si hasta le fueron arrebatos sus recuerdos! Indignación por cómo están tratando a los afectados de esta desgracia, por el poco apoyo que se está recibiendo del Concello, de la Xunta, de la Diputación, por las cantidades irrisorias que ofrecen, por las trabas e impedimentos que ponen, por la lentitud con que llevan el caso. Los vecinos de Paramos y Guillarei afectados, no piden más de lo que tenían, solo quieren lo suyo, volver a recuperar lo que tenían, volver a recuperar su dignidad. Volver a tener Paramos como antes, ni más ni menos. Además, recordemos, que aquí somos las víctimas, no hemos provocado nosotros esta desgracia.

Por otro lado, me siento muy agradecida y emocionada por ver toda la solidaridad que esto ha generado, por todas estas personas, que de forma completamente altruista, han colaborado y están colaborando, dando alojamiento en los primeros días, prestando locales, donando ropa, juguetes, electrodomésticos y un sinfín de cosas, colectivos, asociaciones, iniciativas para recaudar fondos, cada una de las aportaciones económicas de particulares, ¡son tantas las manos tendidas! No quisiera olvidarme de nadie así que a todos un millón de gracias, gracias por hacernos sentir arropados y devolvernos un poco la ilusión, en estos momentos tan difíciles.

No puedo dejar de mencionar a mis compañeros que se están dejando la piel por cada uno de los afectados, Lano e Isidro, por estar ahí, disponibles siempre para todo; Lupe, porque gracias a tu iniciativa completamente desinteresada, hay un poquito más de luz en esta situación tan oscura; Salvador, por tu lucha incansable por todos tus vecinos, incluso desatendiendo tu propio negocio en nuestro beneficio; Pablo, otro tanto de lo mismo, quitando horas de donde no las hay, para volcarte con la causa. Shayla y Lucía, qué orgullo de gente joven dispuesta siempre a colaborar en todo,;Óscar y María Luisa, velando también por los vecinos de Guillarei; Estefanía y Merchi, ahí, siempre al pie de cañón, dándolo todo y más y César, que a pesar del poquito tiempo del que dispones, estas siempre listo para echar una mano.

¡Qué orgullosa estoy de mi gente! ¡qué orgullosa estoy de Paramos!

¡Qué orgullosa estoy de cada uno de vosotros, una vez más gracias infinitas!