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Semana crítica que ya no lo parece

Algunos se extrañan de que el separatismo haya caído en picado en el ranking de preocupaciones de los españoles, pero la gente tiene olfato para el verdadero peligro. El secesionismo no sólo ha mostrado su fuerza, tanto en la calle como en las urnas, sino su consistencia rocosa, pero el Estado ha acreditado, gracias a jueces y fuerzas de orden, que tiene medios para hacer que la ley se cumpla. De este modo no sólo existe un práctico empate entre separatistas y no separatistas en votos, sino también en cuanto a medios de una y otra parte para imponerse: el independentismo podrá gobernar Catalunya, pero el Estado puede obligar a que se haga dentro de la ley. Ante la previsible cronificación del empate, y estando claro ya que un golpe de papel no es un golpe, ni un escenario de teatro es la realidad, la gente parece haberse dicho que con su pan (con tomate) se lo coman, o algo así.

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