En estos días pasados, el fuego de los incendios ha hecho estragos en nuestra tierra, dejando a su paso muertes de seres queridos, creando un estado de profunda angustia en todos y dejándonos sumidos en la desolación.

Los obispos de Galicia hemos publicado una Carta Pastoral con ocasión de estos terribles incendios, invitando a todos a rezar por los fallecidos a causa del fuego de estos días y hemos ofrecido nuestra ayuda incondicional a todos los que han sido golpeados gravemente por esta desgracia. Asimismo, hemos subrayado la necesidad y la obligación que tenemos todos de comprometernos en un mayor cuidado de la bellísima naturaleza que Dios nos ha regalado. Y, con una gozosa constatación, hemos agradecido la maravillosa solidaridad de todos.

En estos momentos aterradores ha salido a la luz en nuestros pueblos y en nuestras calles una maravillosa solidaridad. Niños, jóvenes y adultos han formado una cadena humana de fraternidad que fue decisiva para sobrevivir en esas horas cargadas de peligros.

Esta solidaridad que nos ha sostenido unidos en la desgracia, es el mejor tesoro que tenemos en nuestras parroquias y en sus familias. Será indispensable a la hora de pensar en soluciones realistas para el problema endémico del fuego en nuestra tierra. Pero no solo para buscar soluciones para el fuego. La solidaridad es la llave del futuro de los pueblos.

No lo olvidemos. La solidaridad de nuestras gentes y el sentido innato de realismo que lleva consigo, es la base antropológica irrenunciable de la necesaria renovación social y cristiana de nuestra tierra.

Nuestras parroquias y comunidades cristianas, así como toda la sociedad, tenemos mucho que aprender de la silenciosa lección que nuestras familias y vecinos han dado a todos en estos días.

*Obispo de Tui-Vigo