Cuando oímos la palabra dirigir, pensamos en dirigir empresas, ayuntamientos, comunidades

o gobiernos centrales.

Pero lo más importante es dirigir nuestra propia casa, nuestra propia vida. Cuando hablamos de dirigir me viene a la cabeza la figura del director de orquesta, el buen director de orquesta es aquél que saca lo mejor de los componentes de la orquesta, no impone un sistema rígido en que apaga la creación y el desarrollo de sus músicos.

El mayor desafío es dirigir en unión de tu cónyuge, tu propia casa. Lo tengo por experiencia de mis muchos hijos: cada uno es diferente, podían ser hijos de distintos padres. El secreto es descubrir los puntos fuertes y débiles de cada uno y habrá alguno que venga con un sobresaliente y le tengas que meter una bronca porque va sobrado, y otro obtenga un aprobado y le digas que muy bien porque se ha esforzado para conseguir esta nota.

La vida es como el trigo que si quieres cosecha tiene que morir. La vida siempre es una lucha y debe de imperar la filosofía del esfuerzo y si esto es verdad siempre lo es más cuando los hijo son niños pues un árbol que se planta hay que poner algo para que no se tuerza.

Dirigir nuestra propia vida es el mayor desafío que tenemos, no es fácil, el ser humano tiende al mínimo esfuerzo y el resultado de esto sería la falta de contenido interior, del vaso interior vacío.

Cuando el alma está vacía difícilmente puede rebosar agua y fecundar lo que está a nuestro alrededor: nuestra familia, los amigos, la gente que nos rodea.

Nuestra vida es una gran oportunidad y no podemos desaprovecharla viviendo en un limbo terreno. Tenemos que dirigir nuestra vida con espíritu deportivo, hace años era impensable rebajar los diez segundos la carrera de los cien metros. Hoy hay atletas que lo consiguen y ha sido un largo camino.

No hay logros sin esfuerzo y quizás sea esta palabra, el esfuerzo, la palabra mágica para conseguir nuestras metas, pero quizás lo más importante es el verse con dignidad a pesar de nuestras muchas miserias y fallos.

Dirigir nuestras propias vidas con esfuerzo personal nos hará rebosar de alegría y humildad para atender las necesidades de nuestro entorno y haremos un mundo más habitable y más feliz.

A veces nos empeñamos en decir que todo se arregla con un mayor poder económico. Esto es una gran falacia. Hay ricos que son muy infelices, y gente normal que son muy felices. Es un problema de valores y principios.

Siempre habrá problemas y contradicciones, en Galicia decimos que "cando non e boi e vaca".

Dirigir con disciplina nuestra vida con esfuerzo debe ser nuestro gran objetivo, de ahí se deriva nuestra felicidad y nuestro auténtico bienestar.

*Miembro del Club 55