Todo el siglo XIX constituyó una etapa crucial en la historia de España debido a los cambios y transformaciones políticas y sociales en las que la burguesía pasa a controlar las decisiones políticas sustituyendo a la nobleza y el clero. También el pueblo llano logro una gran relevancia al protagonizar las primeras revueltas reivindicativas y alcanzar históricos derechos como el sufragio universal o el derecho a huelga.

Uno de los hechos que más suscitaron esta crisis fue la manipulación de la pobreza por parte de un variopinto grupo de personajes de diverso pelaje que hicieron grandes fortunas debido a la explotación de las clases más necesitadas. Uno de ellos, el famoso Antonio López y López, Marqués de Comillas, al que la pobreza le obligó a emigrar a Cuba donde se casó con Luisa Bru, hija de un terrateniente cafetero. Desde estos momentos se dedicó a traficar con esclavos negros en la isla de Cuba y se le describía como un sujeto analfabeto, cruel y despiadado, para el que los negocios consistían en explotar al prójimo por todos los métodos, con tal de conseguir beneficios, algo así como el buque insignia de algunos reconocibles financieros y banqueros. Y así, de muerto de hambre paso a ser un rico negrero que se saltaba a la torera la ley de 1820 que prohibía contratar negros. Ya con la fortuna hecha, regresó a Barcelona en 1856, alojándose en casa de la familia Vidal-Quadras, los antepasados del eurodiputado del PP, obteniendo dos importantes monopolios, el transporte de correo y el de las tropas. Además creo la compañía de tabacos de Filipinas, fundó el Banco Hispano Colonial y casó a su hija con el conde de Güell, vamos que de tonto no tenía nada.

El negocio de los esclavos, no obstante, se fue enmarañando en la medida que el Congreso de Viena (1815) suprimió la trata e Inglaterra obligó a España a suscribir dicho acuerdo (1817). A partir de entonces, el comercio de esclavos continuó clandestinamente, controlado por mercaderes españoles durante muchos años.

En Galicia, hubo muchas personas que se dedicaron al comercio de la trata de esclavos, cuyos archivos, muchas familias de rancio abolengo han tratado de destruir? Salen a la luz apellidos como el de Barrié, Bartolomé de las Casas, Francisco de Adalid? y como no, en Ourense también tuvimos nuestro negrero de cabecera? Urbano Feijóo de Sotomayor.

Urbano Feijóo de Sotomayor Cejo Marquina y Montes era oriundo de Viana do Bolo. Fue diputado en el Congreso por Ourense en 1854, por Verín en 1872, y por el distrito de Matanzas en Cuba en 1881; accionista del ferrocarril de Sagua y vocal de Auxilio en La Habana y donde llegó a administrar en la Isla de Cuba cinco ingenios, tres cafetales y varias haciendas. Urbano Feijoo, era hermano de Camilo Feijóo de Sotomayor Cejo Marquina y Montes, I Marqués de Santa Ilduara (12 enero 1873) y I Vizconde de San Rosendo. Militar, Coronel de infantería con numerosas distinciones (1864). La hazaña más gloriosa de Urbano Feijóo fue la de idear y poner en marcha la Compañía Patriótico Mercantil. El proyecto, según Feijóo, tenía dos objetivos: "socorrer a los desgraciados gallegos" y "contribuir a la agricultura y aumento de la población blanca" de Cuba; objetivos que el comerciante fundamenta en "el amor a ambos países y con el fin de ofrecer a los emigrantes los cuidados y atenciones que requiere su salud, asegurando el regreso al hogar". Feijóo se presenta ante las autoridades españolas como "un padre que cuidará con esmero de los más pequeños detalles para asegurar la felicidad de sus hijos". Entre marzo y agosto de 1854 concierta con la empresa Abellá, Braña y Cía. de Ferrol, varios fletes completos de buques emigratorios de A Coruña y Vigo. En seis meses transporta desde Galicia a La Habana un total de 1.744 trabajadores en ocho expediciones de colonos gallegos, alojándolos en barracones de aclimatación. Al igual que el ilustre doctor Tomás Romay, Urbano Feijóo defiende el principio de que?un gallego ha de hacer el mismo trabajo que dos negros y al precio que cuesta un esclavo. Las condiciones de vida que sufrieron eran tan duras que a los dos meses de la llegada de la primera expedición murieron los 300 emigrados. Ante esto, los gallegos reclamaron porque las condiciones no eran las que especificaba el contrato que firmaron, rebelándose por lo que fueron duramente recluidos en cárceles o apaleados. Algunos lograron huir errando por los caminos, enfermos, hambrientos y mendigando comida por lo que fueron apresados y confinados en depósitos de cimarrones. Gracias a las cartas que dictan a escribientes que envían a Galicia, sus familias tienen noticia de lo que está sucediendo en Cuba y a través de abogados reclaman justicia ante las Cortes, saliendo a la luz la realidad de la esclavitud encubierta del proyecto de Urbano Feijóo. Ante el escandaloso fracaso de su iniciativa, Urbano Feijoo se aprestó a recoger en la Habana la subvención de 140.000 duros ofrecida por la Junta de Fomento, acto seguido marcha de Cuba dejando la empresa en manos de sus administradores, regresando a Madrid para ocupar su silla de diputado por Ourense. En consecuencia, las Cortes españolas acuerdan liberar a los trabajadores gallegos de las obligaciones con los contratos adquiridos con la empresa de Feijóo, dándoles libertad para regresar a Galicia, por lo que la empresa se disuelve, Urbano Feijóo se libra, y los gallegos que quedaron vivos de los 1.744 emigrantes que llevó a Cuba se quedaron sin derecho alguno a reclamación.