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José Manuel Ponte

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José Manuel Ponte

Un borrador milagroso

Por fin hemos conocido el borrador del texto de la ley que facilitará la secesión de Cataluña, más conocida popularmente como "ley de desconexión". Estaba celosamente guardado y solo sabían de él nueve personas, pero una oportuna filtración al diario "El País" ha permitido estudiarlo con detalle, aunque sus autores (o supuestos autores) aseguran que la versión definitiva cambia sustancialmente algunas cosas. No obstante, el borrador permite hacernos una idea bastante aproximada de cuáles son los pasos a dar por los secesionistas.

Primero cautelosos, con continuas y educadas ofertas al Estado español para que negocie la celebración de un referéndum, y luego vertiginosos a partir del momento en que sea evidente que no lo va a negociar. Porque entonces la Ley de Transitoriedad saldrá del cajón donde permanecía guardada en secreto y entrará en vigor de manera inmediata tras su aprobación por el Parlament en una sesión especial y sin someterse a los plazos, requisitos, y solemnidades que son habituales en las leyes.

Y también entonces, como por arte de magia, se establecerá quiénes son ciudadanos catalanes, cuáles las condiciones para acceder a esa categoría; cuáles las leyes españolas que se derogan y cuáles no; cuáles los funcionarios que dejan de prestar servicios a la administración española y pasan a depender de la catalana; cuáles los contratos de servicios públicos en los que se subroga la nueva República, y cuáles los edificios propiedad del Estado español que pasan al patrimonio del Estado catalán.

Además de eso, muy importante, pasarán a depender de los tribunales de Cataluña todas las causas que afectando a ciudadanos catalanes estén ahora en manos de la Audiencia Nacional y del Tribunal Supremo, al tiempo que se anuncia el propósito de sobreseer o anular los procesos penales abiertos contra investigados o condenados por conductas encaminadas a favorecer un pronunciamiento democrático y pacífico sobre la independencia de Cataluña.

Un proceso de transustanciación milagroso (como el que convirtió a Blancanieves de fregona en princesa) que incluye el cobro de impuestos por el nuevo estado catalán y la garantía total de las pensiones y las prestaciones por desempleo. Nunca en la historia de los procesos de secesión se dio un caso como este, que se anuncia por sus promotores como pacífico, democrático, limpio e indoloro.

Tuvimos hace unos años la sangrienta desmembración de Yugoslavia pero nadie piensa que aquí pueda darse algo ni lejanamente parecido. Y tenemos ahora mismo la complicada negociación de la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea, que llevará años de litigios y compensaciones, pero nadie considera que sea un ejemplo válido. En cualquier caso es lo de menos. Todos los procesos de secesión acaban con una obligada violación de la legalidad y este no podría ser una excepción.

Y el verdadero problema surgirá cuando el gobierno de la Generalitat dé ese paso. Según las encuestas, una mayoría de la población catalana no es partidaria de la independencia y acabará reclamando ayuda al Estado español para defenderse de lo que considera una agresión. La historia de Cataluña está sembrada de acontecimientos que derivaron en tragedia cuando nadie lo preveía. Por cierto, no se dice nada en el borrador de la ley de desconexión sobre si el Barça y resto de entidades deportivas catalanas dejarán de participar en las competiciones españolas. Asunto clave.

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