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La difícil gestión del 22-M

Esta noche, el resultado de las primarias definirá una mayoría, pero no en sí mismo un modelo del PSOE. Tanto los partidarios de la presidenta andaluza, Susana Díaz, como del ex secretario general Pedro Sánchez se acostaron anoche con el convencimiento de que su alternativa será la más votada; pero ambos sectores también reconocían que la victoria probablemente sea por un margen demasiado ajustado como para creer en una corriente hegemónica.

Susana Díaz y Pedro Sánchez han fundamentado su campaña en dos cosas: de un lado, la lectura propia de los acontecimientos que condujeron al traumático comité federal del 1 de octubre; de otro el dibujo de un PSOE con diferentes posturas (contrapuestas en algunos casos) sobre cuestiones de gran calado, como el modelo de participación, la relación con los movimientos nacionalistas o la estrategia ante el complicado sandwich que suponen el gobierno del Partido Popular y el afán de Podemos por irrumpir en el espacio electoral de los socialistas. En medio, Patxi López, cuya alternativa puede acabar fagocitada por el voto útil, ha querido ejercer de árbitro del choque de trenes entre "susanistas" y "pedristas".

Sí, no hay duda, los tres candidatos son el PSOE, pero con tres caras distintas. Y sobre todo, lo que subyace en la dicotomía Susana-Pedro es una lucha por el poder que lleva a cada actor a colocarse en el extremo del cuadrilátero opuesto al contrincante.

Pero si algo ha quedado claro en el PSOE tras casi un año de profunda crisis en el partido es que algunas de las reglas en la relación con su militancia han cambiado. Las antiguas fórmulas sobre cómo ejercer el control y tutela del partido han resultado ineficaces. La capacidad de los afiliados para organizarse y tejer redes al margen de las estructuras oficiales es mayor que en otras épocas. Sea cual sea el resultado, los socialistas deberán tomarse en serio los signos de los nuevos tiempos.

Por eso, una vez que se abran las urnas y se disipen los nervios, después de que vengan el llanto, el crujir de dientes y las caras largas según el barrio, el lance definitivo para el PSOE será gestionar ese resultado. Las posiciones han estado demasiado enconadas y habrá que enfriarlas gradualmente para evitar el riesgo de que el enfrentamiento termine por enquistarse. El partido tuvo experiencia en Asturias para hacerlo después del choque entre Álvaro Álvarez y Javier Fernández pero fue un proceso de digestión lenta y en una comunidad autónoma en la que el PSOE mantenía el gobierno, lo que siempre constituye una ventaja.

El actual esquema de división se mantiene en Asturias y el efecto dependerá del resultado de esta noche. Pero además determina un nuevo mapa de reparto de trincheras totalmente distinto al que existía en aquellos tiempos en que la vida interna de la FSA se miraba desde la dicotomía guerristas-renovadores. Aquel tejido arrugado quedó planchado por la secretaría general de Javier Fernández hasta alisarlo por completo, pero este proceso ha colocado dobleces que con la mirada de entonces resultarían irreconocibles. ¿Cómo pueden las cuencas mineras, con el SOMA al frente, estar a la contra de la posición de la dirección de la FSA? ¿Es posible que Avilés, que fue feudo de los arecistas y condado de Álvaro Álvarez, sea ahora el bastión más poderoso para los "susanistas"? ¿Hasta cuándo mantendrá el alcalde de Oviedo, la capital asturiana, la aparente distancia en esta batalla (aunque en círculos íntimos se declaró inicialmente partidario de Patxi López los "pedristas" lo cuentan entre los suyos, aunque él no se haya pronunciado públicamente)? ¿Cómo puede Gijón, otrora reino de Areces haber resultado tan impredecible y demostrar ser más "pedrista" de lo que el propio expresidente autonómico habría imaginado?

Hacer cábalas sobre lo que sucederá en Asturias tras las primarias es complejo: básicamente porque el resultado ya decantará muchas opciones y porque el clima nacional de ese 22-M, de ese día después, impregnará todo lo que ocurra a partir de entonces. Pero todos los escenarios son ahora probables: incluso los más sangrientos.

De sobra conocida es la paradoja del gato de Schrödinger, un clásico en la mecánica cuántica. El minino, encerrado en una caja hermética con un veneno que puede o no liberarse como consecuencia de un proceso de desintegración radioactiva, pone de manifiesto las dificultades de interpretación de la compleja teoría cuántica. La sorprendente conclusión de la paradoja es que el gato está al mismo tiempo vivo y muerto. En resumen, a trazo grueso, la cuestión es que la observación permite que los estados superpuestos de un sistema, en el que caben todas las posibilidades, colapsen en una solo.

Las urnas de las primarias son la expresión de esta paradoja para el PSOE. Sólo una vez que se abran y comprobemos el pulso del partido al conocerse los resultados podremos hablar sobre su salud. Por ahora, son posibles todos los universos de un PSOE que centra las miradas de la política nacional por su incuestionable protagonismo histórico.

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