El 16 de febrero de 2013, Francisco Meis Durán se convertía en presidente de la comunidad de montes de San Martiño de O Grove. En aquella asamblea presentó a la que sería su junta directiva, integrada entre otros por José Manuel Martínez Fernández, un operario del Concello aficionado a la caza y conocido en la localidad como "Nel". En tal ocasión, a pesar de representar a un colectivo, ocupar una posición pública y estar sentado en la mesa presidencial, José Manuel Martínez Fernández evitaba salir en las fotografías que tomaban los medios de comunicación tapándose la cara con un folio; una práctica que suele repetir cuando asiste a reuniones o asambleas de cualquier tipo y resulta que está la prensa cerca.

El 22 de abril de 2017, es decir, el sábado, los comuneros de San Martiño celebraban una nueva asamblea, esta para oficializar la marcha, por cuestiones personales, de Francisco Meis, designando como nuevo presidente a José Ángel Fernández Soutullo.

En la nueva directiva repite como vicepresidente José Manuel Martínez Fernández, "Nel", que cuatro años después parece reafirmar su "timidez" y vuelve a ser protagonista. Aunque esta vez no es que se tapara la cara, sino que directamente impidió que los medios de comunicación accedieran al salón donde se celebraba la asamblea.

Colocado a las puertas del mismo, el vicepresidente dijo hablar en nombre de la directiva -no aclaró si representaba a la saliente o a la entrante- advirtiendo de que estaba prohibido tomar imágenes del encuentro.

Durante el mandato de Francisco Meis la comunidad de montes salió a flote, se dio a conocer y enterró viejas prácticas. No solo pasó de disponer de 30 euros en caja a reunir alrededor de 240.000, sino que desarrolló importantes proyectos y, sobre todo, apostó por "abrir el monte a los vecinos", fomentando todo tipo de actividades no solo para conservar las propiedades comunales en buen estado y recuperar las usurpadas, sino también para lograr que los grovenses, tanto si son comuneros como si no, se sientan identificados con su municipio.

Ahora comienza una nueva etapa y todo indica que las cosas van a cambiar, sobre todo en las formas. Ante esto, quizás sea bueno explicar a los nuevos dirigentes de la comunidad de montes de San Martiño que las propiedades que legítimamente les pertenecen no son un coto privado de caza, sino que, por encima de todo, pertenecen al pueblo de O Grove.

Empezar esta andadura anclados en el oscurantismo, como si la comunidad tuviera algo que esconder, cuando supuestamente no es así, se antoja una forma de empezar con mal pie. Pero sobre todo representa una falta de respeto a los propios comuneros, a la parroquia de San Martiño y al conjunto de O Grove.