La semana pasada, el Instituto Galego de Estatística publicó unos datos muy interesantes sobre la actividad de las empresas con sede en otras Comunidades Autónomas. En la primera de las tablas adjuntas, elaborada a partir de esa información, se ofrece el peso que suponen esas empresas sobre el total de los ocupados de Galicia y sobre la cifra de negocios para el conjunto de empresas en tres grandes sectores. Además, se incluyen las cifras para 2008 y el último año disponible, a fin de arrojar alguna luz sobre el efecto de la crisis sobre estas magnitudes. Para servicios y comercio los datos finales son de 2013, y para industria son de 2014. De forma simétrica, en la segunda tabla se ofrece la información sobre la actividad de empresas con sede en Galicia en otras Comunidades Autónomas. En este caso, los porcentajes se refieren a la parte de la actividad de las empresas gallegas localizada en otras autonomías.

Los datos son elocuentes. En conjunto y en saldo neto, Galicia es una economía dependiente de decisiones empresariales que se toman más allá de sus fronteras. Y este efecto es mucho más claro en el ámbito industrial. Más de un tercio de la facturación del sector en Galicia corre a cargo de empresas con sede en otros territorios. Y el porcentaje supera el 80% cuando nos referimos al ámbito energético y las industrias extractivas. Solo en comercio las cifras aparecen más compensadas. Y la influencia de Inditex en este resultado es algo que a todos nos viene a la cabeza. En términos dinámicos, los datos reflejan un mayor avance de las empresas gallegas en los ámbitos de servicios y comercio. De nuevo, la industria aparece rezagada.

Puesto que sabemos que el llamado "efecto sede" importa, lo anterior debería conducirnos a dos tipos de reflexiones. La primera, la necesidad de apoyar (bien los consumidores con sus decisiones, bien las administraciones con sus políticas de promoción) a los emprendedores y empresarios gallegos para expandirse por el resto de España, manteniendo aquí sus servicios centrales y su imbricación con el territorio. La segunda, presionar socialmente a las empresas no gallegas para que se comprometan en mayor grado, para que su responsabilidad social corporativa preste más atención a Galicia, para que reinviertan más en Galicia. Desde luego, algunas ya lo están haciendo. Otras, me temo que no.

*Director de GEN (Universidade de Vigo)

@SantiagoLagoP