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Por fin, cordura

El problema de nuestra Área Metropolitana, tan importante como manido, se ha visto jalonado por una serie de indeseados y absurdos enfrentamientos dialécticos; casi siempre más relacionados con posiciones políticas que con el meollo de la cuestión.

Afortunadamente parece que esta situación forma ya parte del pasado, porque al fin los responsables implicados se han decidido a vestir las galas de la cordura y racional consenso para materializar un ambicioso proyecto que contempla formas de gobierno, financiación, servicios y transporte y que acogerán con satisfacción los 500000 habitantes de Vigo y su entorno. Esperanzadora opinión que se constata con el positivo resultado de la reunión mantenida por los 14 alcaldes de los municipios englobados en el proyecto con la cúpula de la Xunta.

En todo caso es evidente el notorio avance alcanzado y que esperemos salga reforzado en próximas reuniones, tanto de carácter político como técnico. Ya se ha roto, por ejemplo, el nudo gordiano de que cada alcalde fuese un voto; si tener en cuenta la abismal diferencia de representación ciudadana derivada del censo de población de cada municipio. Resaltable igualmente que plenas transferencias eviten incremento de gastos y que los distintos ayuntamientos tengan libertad para no concurrir a algunos servicios que consideren pueden desempeñar mejor de forma individual.

La unánime buena impresión que emana de las declaraciones de todos los participantes confirma que el convoy ha enfilado el buen camino y que confía se le sumen nuevas unidades; algo que ha sido acogido con exaltada ilusión por los diversos colectivos culturales, económicos y sociales. Pero no hay que bajar la guardia, porque este venturoso acuerdo es solo el trampolín para una soñada y feliz zambullida, que debe salvar obstáculos en el apartado de transportes y clarificar el papel de la Diputación Provincial.

En definitiva, se ha dado un paso crucial que demanda se cuiden sus secuelas; demanda que me hace evocar viejos tiempos de mi milicia universitaria, en el campamento de Monte la Reina, donde se nos hablaba con énfasis de la explotación del éxito. Pues, eso. Y aunque aún no sea un camino de rosas, celebremos que ya sea transitable para poder acercarnos a la consolidación de un nuevo ente que, en Europa, ya ha probado hasta la saciedad la bondad de sus frutos.

Reconfortante la noticia de saber que, al fin, se vislumbra la realidad de un Área Metropolitana largamente esperada. Pero, personalmente, creo que también debe resaltarse el novedoso ejercicio de racional sensatez que va a hacer posible tan gozoso logro. Una demostración de cordura no demasiado frecuente y que debiera ejemplarizar actitudes y actuaciones, para soslayar absurdos fracasos. Con este propósito obviemos las lamentaciones que emanan de un retraso sin precedentes y aferrémonos a la enseñanza de la sabiduría popular que nos recuerda que nunca es tarde si la dicha es buena. Y hágase ya realidad.

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