La Comunidad Autónoma gallega no se puede quejar desde un punto de vista financiero. Ha sido, tradicionalmente y en términos comparados, bien tratada por el sistema de financiación autonómica; ha recibido una enorme cantidad de fondos para desarrollo regional europea y española en las últimas tres décadas; y ha sido destino preferente de inversiones de la administración central en la última década, aunque en este caso compensando lo ocurrido en la anterior. Mi opinión es que las cosas no pueden ir a mejor desde la situación actual. Pero sí a peor. Y tenemos que prepararnos para minimizar pérdidas y hacernos menos dependientes.

Sobre lo primero, hay que pensar en cuatro frentes. Perderíamos mucho si en la próxima revisión de la financiación autonómica avanza la idea de la nivelación parcial; es decir que se iguale solo una parte de las diferencias en las capacidades fiscales o las necesidades de gasto per cápita de aquellas comunidades que, como Galicia, son beneficiarias netas y significativas de los flujos fiscales interregionales. En segundo lugar, ganaríamos mucho si la política regional europea prestase menos atención al PIB per cápita y más a las variables demográficas a la hora de establecer beneficiarios e importes. Afortunadamente, la Xunta ya está trabajando en esto. Hay que intensificar el esfuerzo. Tercero, hay que introducir la reforma del Fondo de Compensación Interterritorial en el debate público. Hoy se trata de un fondo moribundo y con graves deficiencias de diseño. En un reciente libro elaborado por investigadores de GEN y publicado por el Instituto Nacional de Administración Pública bajo el título de "Fondo de Compensación Interterritorial: Análisis y propuestas de reforma ", se aportan materiales de utilidad para quien quiera avivar la discusión. Finalmente, en cuanto a la inversión estatal, es fundamental controlar la ejecución de los presupuestos. Y en esto, solemos hablar mucho de lo que se incluye en los presupuestos generales del Estado de cada año y muy poco de su concreción. El Parlamento de Galicia debería contar con una comisión de seguimiento permanente en esta materia.

Sobre la dependencia, la idea es clara. Cuanto mejor hagamos los deberes en el frente del desarrollo económico, menos sensibles seremos a los posibles recortes en la solidaridad interterritorial. Ante un horizonte de tensiones territoriales, se vive más tranquilo siendo contribuyente que receptor.

*Director de GEN (Universidade de Vigo)

@SantiagoLagoP