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El yihadismo pervierte al Islam

El durísimo trauma de todas las conciencias libres por la masacre terrorista perpetrada en París contra la libertad de expresión tiene que marcar, forzosamente, un antes y un después de los sistemas de seguridad frente al yihadismo fundamentalista. En sus procedimientos, esa seguridad siempre ha de respetar la línea roja de los derechos democráticos, personales y sociales, y la que separa toda forma de xenofobia indiscriminada. Pero ha de ser más eficaz en detectar y neutralizar las hipótesis de terror en los filtros del movimiento de personas entre naciones, sean del signo religioso e ideológico que fueren, evitando así la psicosis de una generalizacion que degrade la convivencia en paz y el respeto a los derechos ajenos.

No será fácil porque uno de los grandes obstáculos es la desarticulación internacional de los medios en juego. No hay sistema libre que proscriba las prácticas musulmanas, asumiendo la libertad de culto que es inseparable de la democracia fundada en los derechos de la persona. Ninguna otra prueba de respeto de las diversas creeencias puede ser más elocuente, ni la inmensa mayoría de los islámicos tendrá mejor testimonio de confianza más allá de sus países de origen. El "islamismo" militante es otra cosa. Cuando muestra, como en el atentado contra la revista satírica "Charlie Hebdo", la minoritaria pulsión del asesinato terrorista, no solo golpea a las víctimas y a la sociedad en la que viven, sino a todo el Islam. Aunque no remediase el daño -éste en concreto y todos los precedentes en atentados individuales o masivos, como el del Nueva York, el de Madrid, etc.- la condena explícita y unánime del mundo musulmán asentaría mejor la frontera entre la confianza y la sospecha.

Frente al sueño demencial de un mundo dominado por las formas de poder de una creencia religiosa, las relaciones políticas, económicas y socioculturales entre los países laicos y los islámicos deberían incluir indivisiblemente la cooperación activa de estos en un sistema articulado de seguridad que, funcionando en origen, redujera con voluntad de eliminar a plazo la infiltración de terroristas entre los musulmanes que pasan las fronteras con la certeza de ser respetados. La "islamofobia" crece en el seno de las democracias por motivos diversos, entre los cuales tienen relieve especial la sospecha y la inseguridad, o la intransigencia de una y otra partes en los esquemas de integración social y cultural. El dolor y la rabia ante una monstruosidad como la de París debería de motivar no solo un sistema internacional especializado de paralización del terror, sino la participación en él de todos los países de origen de los posibles extremistas y sus familias.

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