Mal sabía yo que el mismo día (16/11/2014) de la publicación en este periódico de mi artículo "Carta abierta a Íñigo Errejón" -analizando muy críticamente una de sus propuestas- nuestros colegas de El Mundo informarían de un contrato de investigación que obligaba al señor Errejón a cuarenta horas presenciales semanalmente, en la Universidad de Málaga, como contrapartida para percibir 1.825 euros mensuales (1.600 netos) estipulados en la relación contractual. El diario madrileño añadía que el Sr. Errejón se escaqueaba, al residir en Madrid entregado a altas responsabilidades en Podemos incompatibles con sus obligaciones de investigador, contando con la connivencia del director del proyecto -el profesor Alberto Montero- compañero de partido.

| Íñigo Errejón ¿culpable de qué?. Temo que la información de El Mundo, clásico ejemplo de paja en ojo ajeno y de escrutinio con lupa, sea malintencionada por inadecuada para evaluar el trabajo real de Íñigo Errejón. En general, es inadecuada para medir cualquier investigación que no concierna a ciencias experimentales toda vez que la cláusula presencial es puro formalismo, cláusula retórica sin mayor trascendencia en círculos académicos cuyo cumplimiento se deja razonablemente en manos del responsable del proyecto el cual juzga a partir de resultados. Por otra parte, excepto en laboratorios, es frecuente que los investigadores jóvenes trabajen a domicilio los dos últimos días de la semana con sus noches incluidas. Sin olvidar que el rendimiento de cada investigador depende de la propia formación, capacidad personal e intensidad investigadora continua o discontinua.

Lo que pretendía El Mundo era mostrar que en Podemos aflora la corrupción abriendo el camino a una causa general. Ciertamente, el tiempo probará que la naturaleza de los militantes de Podemos no está formada de gases nobles y es susceptible de corrosión. Pero soy de la opinión que no todos los métodos valen en política. Concretamente, deslegitimar la investigación de Íñigo Errejón con el argumento de que estaba cubierto por la coartada suministrada por su compañero de partido como si se tratara de una organización mafiosa en la que los capos se cubren unos a otros me parece deplorablemente bajuno.

Tengo sobradas razones, y años, para no creer a pie juntillas el conjunto de lo que promete Podemos pero la crítica que afecta directamente a las personas, cuando no es teórica o ideológica, debe estar documentada y justificada muy sólidamente. En caso contrario, el daño moral, a veces peor que el daño físico, es insidia y juego sucio. Son golpes bajos. Es totalitarismo residual. Es una canallada.

| Un testimonio personal. Lejos del compadreo habitual y conocido entre investigadores independentistas (ay, esos/esas incompetentes amantes en nómina) estimo poco probable que el profesor Alberto Montero haya pecado de laxismo o amiguismo al encuadrar la investigación del Sr. Errejón, sometido a obligaciones de producción si bien con cierto grado de libertad. Cosa distinta es que Íñigo Errejón hubiese apretado a tope, en tiempos de campaña, el acelerador investigador o Alberto Montero le hubiese forzado con urgencias que nadie impone en la Universidad española.

Presidido por Miren Etxezarreta (Universidad de Barcelona) formé parte del Tribunal que examinó a Alberto Montero de la tesis de doctorado en la Universidad de Málaga (La independencia de los bancos centrales: problemas de teoría y política económica, noviembre 2003). La lectura de casi 500 páginas -37 de bibliografía con 400 referencias de libros y artículos, no pocos difíciles- me resultó fastidiosa por excesivamente erudita. Decidí hacérselo pagar al por entonces doctorando, hoy día mi amigo. Durante media hora expuse los puntos fuertes de su trabajo y, sin piedad, lo que consideraba debilidades. Alberto Montero no se inmutó -la familia, presente en la sala, sufría por él- y con despacio defendió brillantemente su opción. Entendí que había ganado el sobresaliente pero para darle cum lauden debía pasar aún la peor de las pruebas: responder a tres preguntas técnicas relacionadas directamente con el contenido de la tesis... o, indirectamente, con la bibliografía. En España esta prueba no es frecuente, en las mejores universidades extranjeras, sí. Planteé tres preguntas de dificultad media, alta y muy alta. Alberto Montero respondió a las tres con rigor y claridad. No me guardó animadversión por la tortura que le infligí. Por el contrario, quedó agradecido al haberle permitido probar sus conocimientos, recompensados unánimemente con sobresaliente cum lauden.

Un par de años después, trabajando en el Banco Central de Venezuela -época de Chávez- le pidieron resolver un complejo problema técnico. Me telefoneó y le sugerí una solución que él perfeccionó en tres días. Nos hicimos amigos, vino a visitarme, durmió en mi casa y desde entonces, a pesar de la distancia política que nos separa pero gracias a la proximidad afectiva que nos une, intercambiamos intensamente argumentos económicos. Quiero decir con todo esto que conozco muy bien a Alberto Montero. Economista generalmente riguroso, trabajador, inquieto, fiable, exigente consigo mismo y con los demás. No es alguien que se deje manipular ni se preste a actitudes profesionales de complacencia. Queda por añadir que su director de tesis fue el catedrático Juan Torres. Probablemente el asesor económico de Podemos más prestigioso, activo y beligerante.

| No propinemos golpes bajos. Puesta así las cosas, siendo yo ampliamente crítico con Podemos no estoy de acuerdo sin embargo que se lance una caza de brujas contra sus militantes fiscalizándolos con inusitado rigor. Los enfrentamientos democráticos, opiniones o programas mediante, no deben salir del estricto ring del debate en el que están prohibidos golpes bajos. Ellos, de momento, a diferencia de los nacionalistas, no los propinan. Cabe discutir, y en mi caso rechazar, la pertinencia de algunas propuestas de Juan Torres y de Alberto Montero pero sus planteamientos de política monetaria, el núcleo duro de la macroeconomía cuando no está limitada por el encorsetamiento institucional que practica el BCE, me parecen intelectualmente exigentes y políticamente sanos y razonados. Evidentemente, no soy neutral en la apreciación porque desde hace muchos años comparto sus enfoques, forjados en la observación de la realidad y el análisis que aporta la doctrina. Que no sea neutral no quiere decir que no sea objetivo: falta de objetividad y ausencia de neutralidad son asuntos distintos.

Es de una objetividad apabullante que la zona euro no es monetariamente óptima. Es también perfectamente objetivo replantear la política monetaria del BCE y si Pablo Iglesias suscribe la propuesta común a Torres y Montero no entiendo que ello justifique sin más el rechazo y menos aun golpes bajos. Seguramente también el Sr. Iglesias es partidario de que el agua del grifo que consumimos reúna el máximo de garantías sanitarias y gustativas a precio razonable sin que nadie que esté en sus cabales se escandalice.

| Los errores de Podemos. Por estas y otras razones e independientemente de desacuerdos de mayor calado, considero enorme metedura de pata que Pedro Puy, desde la portavocía del PP gallego, centre sus temerosas críticas en el populismo del nuevo partido tildándolo de enemigo principal de la democracia. El principal y más peligroso populismo, el discurso más sectario, demagógico, cerril y cainita, el odio más profundo y visceral a la Constitución española es el de los nacionalistas, ya sean los así llamados democráticos o los definitivamente delincuentes terroristas, simples meneadores del nogal cuyos frutos recogen los otros. Incluso en Cataluña.

Pero lo cortés no quita lo valiente. El fatal error ideológico de Podemos, propio de la mentalidad asamblearia, ha sido decantarse por el derecho a decidir del nacionalismo periférico negándole competencias al conjunto del pueblo español. Error del que Íñigo Errejón es, qué duda cabe, inequívocamente copartícipe. Y la principal debilidad estructural del partido es que siendo de izquierdas no tiene base trabajadora, vista con enfoque amplio, que aporte sentido de la realidad, pragmatismo y visión colaborativa con el empresariado. Es un partido de marcado carácter universitario, pequeño burgués, caracterizado en consecuencia, Engels dixit, por la radicalidad, idealismo e individualismo. Le falta a Podemos el perfume duro del sudor del trabajo manual el cual nunca puede ser sustituido por un discurso levemente milenarista, calculadamente mediático y sospechoso de liderazgo cesarista. De consuno, discurso asaz ridículo. Véanse las pamplinas de Monedero en relación con la enfermedad de Chávez: "He amanecido con un Orinoco triste paseándose por mis ojos" Que, sobra decir, no han logrado superar a las de Zapatero en la cumbre de Copenhague: "La tierra no pertenece a nadie. Salvo al viento".

Exhala asimismo Podemos cierto tufillo de superioridad aleccionadora injustificada y tediosa. Su aval más conocido, Carlos Jiménez Villarejo, sirvió fielmente al franquismo y al PSOE ¿Entonces? Lo expresa muy irónicamente el poeta Josean Blanco parafraseando a un tercero: "No estoy de acuerdo con lo que dices pero defenderé con mi vida el derecho a que te corrija".

Cuando se produzca el hartazgo en los receptores del trompeteo mediático de todo tipo que rodea en estos momentos a Podemos, cuando decaiga el interés por ver como se besan Pablo Iglesias y su novia, cuando la gente no soporte más impostadas escenografías del líder -verbigracia, cantando Cuervo ingenuo con Javier Krahe- le aconsejo deje caer la flamígera espada de perdonavidas inquisitorial, aprenda la letra de Rosal y la cante a dúo con Paco Ibáñez "¿De qué sirve presumir,/ rosal, de buen parecer,/ si aún no acabas de nacer/ cuando empiezas a morir?/ Hace llorar y reír/ vivo y muerto tu arrebol/ en un día o en un sol:/ desde el Oriente al ocaso/ va tu hermosura en un paso,/ y en menos tu perfección."

*Economista y matemático