Con sus defectos, pero también sus muchas cualidades, trabajó siempre para la parroquia. Antes sólo teníamos misa y catequesis, pero desde que don José se hizo cargo de Cela llegamos a tener tanto o más que una una parroquia de ciudad, pues él ayudaba en todo, proponiendo algunas actividades que la mayoría de las parroquias de O Morrazo no tienen. Nunca dejó de celebrar una sola misa, aunque estuviese enfermo, sacaba fuerza de donde no las tenía y asistía siempre.

Un sacerdote impulsivo cuando no tenía las cosas en orden o si le iban con exigencias, pero con un corazón lleno de bondad para todos los que acudíamos a él con cualquier clase de problema, siempre dispuesto a ayudar a todas las personas.

La parroquia de Cela siempre pidió un sacerdote fijo, no prestado. Sabemos que eso tiene muchas dificultades, pero para destinarnos uno provisional ya teníamos a don José: él nos conocía a nosotros y nosotros a él. Los que vamos a la iglesia estábamos contentos con sus actuaciones, pero los que no asisten a misa no estarán contentos con ninguno.

Ya que nuestra información sobre estos hechos fue a través de este periódico, también queremos expresar nuestro agradecimiento a don José a través del mismo medio. La parroquia de Cela intentó movilizarse por este motivo, pero don José siempre aconsejó que lo dejasen en manos de sus superiores.

*En nombre de las catequistas de Cela