A ver: barato, barato, no fue. Avecilla, que se refiere a la extraña actitud del Benegá en Ourense kapital, impidiendo la reprobación del alcalde -o lo que sea- de allí, recibió un soplo en el que se la invitaba a analizar con lupa los presupuestos municipales y establecer una red de vigilancia -informativa- permanente sobre algunos retoques que se le podrían aplicar, con un agitado baile de partidas, de aquí para allá y viceversa. Nada ilegal, que el horno no está para bollos, aunque -eso sí- raro de caralho. Ojito...

Y es que, veréis, el pájaro ya oyó que las cosas han cambiado bastante. Y no solo allí, sino en el panorama general de los pactos del rojerío, sobre todo en los concellos donde se juega al Pokemon. La partida, a día de hoy, deja peor situados a los soeciatas que a sus socios, pero éstos, aunque algo tocados, tienen más jugadas posibles, lo que revaloriza su papel, y lo saben. Y como, tras los idus de octubre, las finanzas les quedaron cojas, están sopesando aplicar el Ipecé a la alianza. ¿Eh?

Sea como fuere, las tarifas no van a ser iguales en todas partes: las de Ourense tendrán poco que ver con las de Lugo city, y estas nada con las de la Diputación de allí. Además, la valoración de cada uno de los acuerdos se hará en función no de la aritmética de los votos, sino de la genética de los votados; o sea, de cuál es el origen de los posibles poncios: no será lo mismo que lleguen de la U que de AGE o -más difícil aún- de CxG, que todavía caben en una moto con sidecar. Uyuyuy.

Eso aparte, lo que hará más complejo el panorama, aparte de que habrá seguramente otra parte contratante de la tercera parte -según se mira a la izquierda, claro- es que los firmantes no tendrán las mismas caras. En casi todas las siglas de la banda de babor habrá postulantes nuevos -lo que no quiere decir necesariamente jóvenes- y en consecuencia el factor personal complicará las cosas y los contratos. Y no insistáis en que falta nicho: sí, pero se habla de ello ya en todos los laboratorios y todos sus alquimistas. ¿Capisci?