Pues la verdad es que, dicho sin ánimo de incordiar, quizá no estuviere de más que desde las terminales que aquí tiene el partido que gobierna en España se requiriese alguna aclaración sobre la política pesquera y agraria que viene. Y es que, oído el primer discurso de la nueva ministra, diríase que lo que le resulta prioritario es lo ecológico y eso, que en teoría está bien, en la práctica podría resultar un problema.

Se dice lo de las terminales para dejar claro que quien ha de vigilar no es solo el PSdeG -que no se esmeró precisamente con la anterior titular si se juzga por los resultados- sino también desde la estructura sindical. Cierto que de la UGT, o su pariente Unións Agrarias, no cabe esperar con este Gobierno más osadía que con el otro, pero también lo es que al menos antes enseñaron las uñas, lo que alimenta una cierta esperanza de mejora.

El asunto, conste, es de los que deben atenderse pronto porque afecta en Galicia al menos a tanta estructura estratégica como cualquier otro económico y, además, alcanza factores de equilibro poblacional y territorial vitales para el país. Y cuyo abordaje no admite ya más demora porque el tiempo corre, el margen para la reacción se acorta y la necesaria convergencia con Europa está más lejana cada día que pasa.

Así las cosas resulta difícil de explicar el silencio -que no debe tenerse por prudente: hay veces en que resulta necesario moverse para demostrar que se está vivo- no sólo de los sindicatos sino también de la Xunta. Y que contrasta con la actividad en defensa de la minería -lo que está muy bien- a pesar de que significa tan sólo una parte minúscula de lo agrario y de lo pesquero.

En este punto no estará de más que, sin otra pretensión que la de colaborar con lealtad para los intereses generales, alguien llame a la sociedad de este país para que reclame mayor atención al futuro de esos sectores y, desde luego, una mejor actitud de quienes tienen las competencias principales, que son la UE y el ministerio. Y desde donde, hasta ahora, apenas ha salido algo más que palabras de consuelo.

Una gran parte de las opiniones pública y publicada parece escéptica a la posibilidad de que el nuevo gabinete de Zapatero se dedique a cosa distinta que atacar a la oposición y hacer propaganda. Pero es preciso avisar de que, según la Ley de Murphy, hay riesgo de que empeore al anterior aunque parezca imposible, y quien lo dude que se fije en Sanidad. Así que ojo con agricultura y pesca.

¿O no...?