A los 82 años de edad ha fallecido Francesco Cossiga, el conocido político demócrata-cristiano que fue presidente de la República de Italia, presidente del Gobierno, presidente del Senado, ministro y senador vitalicio. Un miembro del gobierno de Silvio Berlusconi lo definió como "la voz más importante del catolicismo europeo". Se supone que se refiere a ese sector del catolicismo europeo que se dedica al ejercicio de la política, porque la voz más importante de esa confesión religiosa, que se sepa, es la del Papa de Roma. En los medios españoles se hizo una semblanza de su larga trayectoria en la vida pública, destacando, entre otras cosas, la circunstancia de ser ministro del Interior durante el secuestro y asesinato de Aldo Moro, entonces presidente de la Democracia Cristiana y partidario de formar un gobierno de su partido contando con el apoyo en el parlamento de los votos comunistas. El mismo día (16 de marzo de 1978) en que ese pacto, de carácter histórico, iba a hacerse posible, Moro es secuestrado por las llamadas Brigadas Rojas, un grupo considerado de ultraizquierda, y tras casi dos meses de cautiverio en una "cárcel del pueblo", y de un enorme polémica en todo el mundo, con cruce de cartas y declaraciones, ejecutado fríamente. La posible complicidad de parte del gobierno italiano y de los servicios secretos en la operación de librarse de Moro ha planeado siempre sobre este caso, pero las sospechas nunca se han disipado del todo, pese al tiempo transcurrido y cuando ya hasta los autores oficiales del crimen han salido de prisión. Y es precisamente Cossiga (el "jefe de los esbirros", como le llaman los brigadistas) el destinatario de una de las casi sesenta cartas que Moro escribe desde su reclusión pidiendo que el Estado sea dialogante para evitar un final trágico. La carrera política de Cossiga ha sido larga y trufada de declaraciones sorprendentes. En una ocasión, denunció públicamente las actividades de la Red Gladio, una organización secreta formada por miembros de los servicios secretos de Estados Unidos y de algunos países de la Otan, que perpetró acciones terroristas contra objetivos civiles culpando de ellas a organizaciones de izquierdas y poder exigir así más medios represivos para los estados. Y en otra, más reciente, difundió a través del periódico Corriere de la Sera su punto de vista sobre los atentados del 11-S en Nueva York y Washington. "Nos hicieron creer –dice– que Bin Laden había confesado la autoría del ataque contra las Torres Gemelas, cuando en realidad los servicios secretos estadounidenses y europeos saben perfectamente que aquel desastroso ataque fue planificado y ejecutado por la CIA y el Mossad para acusar de terrorismo a los países árabes y así poder atacar a Irak y Afganistán". Opiniones como la de Cossiga suelen meterse, para descalificarlas, en el saco sin fondo de las llamadas "teorías de la conspiración", es decir, de aquellas que imaginan siempre la existencia de una mano oculta moviendo los hilos de los acontecimientos. Pero, en este caso, estamos hablando de un hombre que ha ocupado en su país todos los cargos de la más alta responsabilidad y por tanto su testimonio merece alguna consideración. Hasta el líder del partido de Berlusconi, el honorable Fabrizio Cichitto, lo califica como "una de las pocas voces libres del país". Dice la prensa que, al morir, Francesco Cossiga dejó escritas tres cartas a las principales autoridades italianas. Sería interesante conocer su texto. Pueden contener otras revelaciones sensacionales.