Así que, a la vista de lo que ha ocurrido ayer mismo, no podrá quejarse el señor presidente de la Xunta por retrasos en la respuesta a su exhorto para cambiar algunos usos y costumbres de la política gallega: apenas veinticuatro horas después de cursada la invitación ya sabe de alguien dispuesto a hacer cosas por el país .Y como enumera unas cuantas, y a fe que no pocas son atractivas, le toca a él -a don Emilio- acusar recibo y atenderlas con el respeto debido y no el desdén con el que demasiadas veces acogen bastantes gobernantes las ideas de otros.

Es probable que su señoría, cuando citó al presidente Kennedy, y su celebre invitación, no pretendiese más que adornarse con la frase en un momento en el que lo americano había dejado de ser tabú para la izquierda y en el que le venía al pelo por el lugar y la ocasión. Y si eso fue así, resulta seguro que no esperaba una reacción tan ágil, y menos de su peor -en términos electorales- adversario, que es don Alberto Núñez, pero en todo caso dijo lo que dijo, pasó lo que pasó y ahora le toca a él, al señor Touriño, mover ficha.

El presidente tiene, desde luego, diferentes opciones, pero haría mal en insistir en algún argumento ya esbozado para descalificar la respuesta del líder de la oposición. Primero porque rechazarla por el mero hecho de que el PP no hizo antes lo que ahora propone es injusto -los populares ya pagaron, con la pérdida del poder, tras las últimas elecciones, sus pecados- y, segundo, porque resulta peligroso para el sistema negarle a la mayoría minoritaria en la Cámara cualquier legitimidad para proponer porque tiene un diputado menos que los otros Gruois juntos.

Don Emilio sí puede desde luego, mostrarse en desacuerdo con el paquete de medidas que ayer presentó el señor Núñez Feijóo, pero por su alta condición institucional como jefe del Gobierno está obligado a tratarlo en serio y a explicar detalladamente por qué. Y, en momentos como éste en el que son pocas todas las manos dispuestas a empujar para sacar al país del atolladero, el rechazo habrá de ser convincente, y eso necesitará un estudio sereno y a fondo de las propuestas.

Algunas voces, desde el entorno del Bipartito, han cargado ya las tintas contra el presidente del PPdeG y le han acusado de elaborar una especie de esquema preelectoral para aprovecharse del mal momento general. Una réplica absurda, puesto que si se trata de un adelanto de programa estaría don Alberto Núñez en su pleno derecho de hacerlo; y ojalá que contuviera proposiciones válidas para salvar la crisis -una crisis que ni él ni su partido causaron- porque sería excelente para todos.

Y, aparte, hay otra cosa: lo que dijo ayer el líder del PP suena bien y, además, a verosímil, lo que debería obligar a cualquier persona seria al menos a estudiarlo. ¿O no...?