La verdad es que, a poco que se mire el asunto con un cierto sentido común, a nadie debe extrañar que el señor presidente de la Xunta, en un día como el de ayer, cediese a la tentación de darle lo que podría llamarse un "toque USA" a su discurso de apertura de una asamblea dedicada al empleo femenino. Al fin y al cabo Estados Unidos acaba de elegir a Barak Obama y de algún modo la izquierda española siente el resultado como propio y doble: de una parte llega el cambio -"como aquí, cuando Felipe"- y de otra Bush se va a hacer puñetas. Aleluya.

La ocasión era propicia, y don Emilio la aprovechó para intentar ponerle al mal tiempo económico buena cara y recordar al John F. Kennedy que le pedía, ante otra crisis, a sus compatriotas que no preguntasen qué podría hacer el país por ellos si no más bien qué debían hacer ellos por el país. En versión galaica, un modo de sugerir que no se incidiese en las críticas por los malos resultados del IPC y los pésimos del empleo y que, junto a otros sobre crecimiento industrial y deuda externa, derrumban la tesis oficial de que en Galicia hay un plus de resistencia frente a las circunstancias.

No es un mal "toque", ése norteamericano -en otros tiempos la gauche divine habría dicho yanqui, que es como más áspero, aunque ayer no era el día-, pero como los hechos son tozudos, no dieron tregua y a la vez que la arenga del señor presidente gallego, recordaron que en materia salarial los niveles de este país están en la cola del ránking, sólo por encima de Extremadura. Y si los salarios andan por debajo de la media, y las pensiones en consecuencia también, a ver qué clase de plus tienen los ciudadanos para hacer frente al coste de la vida, incluso el ya suavizado desde que baja el precio del petróleo y eso ayude.

En todo caso, la invitación a preguntarse qué se puede hacer por el país sigue siendo válida, aunque quizá su señoría debiera modificar el orden de los invitados a formularla. Expuesto, como siempre, con respeto y lealtad, don Emilio habría de dirigirla en primer lugar al estamento público del país para que dejase a un lado su egoísmo miope, por mucho que éstas sean vísperas electorales, y habilite un terreno en el que los acuerdos en pro del bien común sean la regla y no la excepción. Porque a Galicia, ahora mismo, lo que le falta no es generosidad en los ciudadanos, que ya está más que demostrada, sino la de sus dirigentes, que clara no aparece.

Dicho todo ello, conviene un matiz para evitar malentendidos: no se trata de negar cualidades a la llamada "clase política", ni de plantear su descalificación global, sino de insistir precisamente en el toque USA: John F. Kennedy llegó para hacer frente a otra enorme crisis -sólo que aquella era, más que material, de valores- y por eso, al pedir un esfuerzo colectivo, se colocó él en primera fila.

¿Eh...?