Pues la verdad es que, se mire como se mire -pero sobre todo si se hace con ojos prácticos- lo más probable es que se acepte como una hipótesis excelente la derivada de la consulta que, ha dicho la señora conselleira Táboas, le han cursado algunos promotores. Y es que la posibilidad de reconvertir a pisos de promoción pública siquiera una parte de los muchos, privados. que están vacíos resolvería casi de un plumazo un buen puñado de problemas. Especialmente en días como estos, agitados por una presión social que hace de las calles una caldera.

La cuestión es muy difícil y compleja, como ha reconocido la propia doña Teresa -y ratificaron quienes no están de acuerdo con ella- y en todo caso sería de aplicación casi individualizada y por tanto lenta, pero tiene ventajas, y además notables. La primera, ayudar al sector y rebajar los precios de una parte del parque que parecía destinada a la especulación y que el "frenazo" económico complicó y, por tanto -segunda ventaja-, facilitar el acceso a la vivienda a personas que ahora mismo no lo tienen. Y, así, en tercer lugar, cubrir el factor social que el BNG ve en esa cartera.

Queda dicho que se trata de una hipótesis muy difícil de aplicar por la Administración por su complejidad y por el sector por sus efectos económicos. Pero para la iniciativa privada puede ser una excelente oportunidad para, reduciendo sus márgenes de beneficio, no entrar en una espiral sin fin de pérdidas y, sobre todo, alejar el fantasma del crecimiento galopante de sus deudas, especialmente en un momento en el que la bajada en las ventas hace que muchos pequeños y medianos promotores vean la presión bancaria a la vuelta de la esquina.

En este terreno, y ya puestos, quizá no esté de más añadir otra observación. La hipótesis que le han expuesto a la señora conselleira Táboas y que ésta parece dispuesta a tener en cuenta, permitiría insuflar algo más de sosiego al sector financiero que, por mucho que lo disimule, vive tiempos de turbación y por eso incrementa sus partidas de previsión de fallidos y analiza con lupa nuevas operaciones de crédito. Se trata, para ellas, de rebajar riesgo, y el mejor modo es trabajando en un mercado fluido donde se venda más barato aunque se gane menos.

La idea, y hay que insistir a pesar del peligro del aburrimiento, no es el bálsamo de Fierabrás pero podría ser extremadamente útil para todos en una circunstancia en la que cualquier planteamiento razonable es bien venido. Y aunque parezca pelín arriesgada, no debería olvidarse aquella máxima de los romanos, que algo de eso sabían, según la cual fortuna audaces iuvat. ¿O no?