La concesión del premio Pritzker, considerado el Nobel de la Arquitectura, al francés Jean Nouvel es una excelente noticia para Vigo, ya que es el autor del proyecto más emblemático que tiene pendiente la ciudad.

Vigo y su puerto no deben desaprovechar esta circunstancia, ya que el monumento más característico del proyecto será el punto de convergencia de la ciudad y los muelles. Por eso ha causado una cierta sorpresa que algunos responsables de la ejecución de la obra no hayan acogido con el entusiasmo que se merece el galardón.

Jean Nouvel ha realizado el plan que aspira a reformar el frente litoral de Vigo -vieja demanda de unos ciudadanos ansiosos por recuperar su relación con el mar-, tras resultar elegido en el concurso convocado por Abel Caballero en su etapa de presidente de la Autoridad Portuaria. El proyecto, expuesto al público junto al resto de los que se habían presentado a la convocatoria, logró un notable eco y aprecio sociales con lo que la primera batalla -la mediática- estaba ganada.

Un año después, pero con Abel Caballero en la Alcaldía, la actuación permanece instalada en un preocupante letargo. Es cierto que el actual responsable del Puerto, Jesús Paz, tras una fase inicial de desistimiento, recuperó la idea y dio algunos pasos, a todas luces insuficientes.

En teoría, técnicos portuarios y del estudio de Nouvel llevan algún tiempo colaborando en el reajuste del proyecto a los planes de expansión portuaria para hacer compatibles los intereses económicos con los usos lúdicos y comerciales. Se trata de acoplar el proyecto inicial para encajar las ideas del arquitecto y la capacidad de la inversión portuaria. Se desconocen las proporciones del proyecto reformado, ya que no figuran en el estudio que se ha presentado para la ampliación del puerto. Sólo se sugiere que se rebajará el tamaño del monolito y que no se construirá en el lugar previsto, sino que se desplazará unos metros, para que no impida la visibilidad del mar desde lo alto de la calle de Colón.

La realidad es que se carece de noticias, y el tiempo corre. Y cómo advierte Xerardo Estévez, arquitecto gallego que colabora con Nouvel, es preciso ponerse las pilas, ya que los proyectos urbanísticos tienen su momento y éste es el de Vigo. Entre tomarse un tiempo de reflexión y análisis y eternizarse hay un mundo. Estévez es una voz a la que conviene atender porque habla con la experiencia del técnico y la del político. No en vano ha sido el alcalde de Santiago de Compostela que más ha hecho por la transformación de la ciudad.

La opinión pública tiene la impresión de que entre los actuales responsables portuarios el diseño Nouvel no levanta pasiones. Eso explicaría, por ejemplo, el escaso tiempo y protagonismo que la Autoridad Portuaria dedicó al proyecto días atrás cuando se presentaron los nuevos planes de expansión portuarios. Si así fuese, sería un craso error.

La titular de Política Territorial, María José Caride, que tiene a gala su viguismo, ha proclamado que el proyecto Nouvel y la ampliación de los muelles son "igualmente relevantes". En otras palabras, que no existen prioridades ni jerarquías entre ellos, así que su ejecución debería ser simultánea. Es una opinión autorizada de la que tomamos nota para que no se pierda en el marasmo de comentarios que se formulan sobre los asuntos importantes y de largo recorrido.

El Puerto está embarcado ahora en un controvertido proceso de modernización y ampliación de espacios que entiende como imprescindible para afrontar con garantías su futuro. Los ciudadanos saben de sobra que la actividad portuaria es una pieza básica en el progreso de la ciudad.

Los vigueses puede que tengan un espíritu reivindicativo pero no son irresponsables ni mucho menos suicidas. El puerto es vital para la economía de la ciudad y su área, su principal sustento y no se puede frenar irresponsablemente su desarrollo.

Pero los vigueses también creen que la riqueza de una sociedad no sólo se mide en términos de PIB. Hartos de que la ría sea sacrificada como único camino hacia el crecimiento económico, exigen su parte del mar, del que siempre se han sentido alejados.

La oposición a más rellenos no es caprichosa ni una moda o una bandera de conveniencia. Por eso, el necesario proceso de ampliación del puerto debe plantearse con tacto, con explicaciones y argumentos convincentes, y como se ha escrito desde estas páginas en múltiples ocasiones con el imprescindible consenso social.

Hoy pocos entenderían que el legítimo derecho de los ciudadanos a disfrutar de su ría quedase relegado a la espera de tiempos mejores. La mayoría de los vigueses reclaman que el Puerto diga alto y claro que el proyecto Nouvel es necesario, imprescindible, estratégico para el Vigo del siglo XXI. Lo acaba de refrendar el Colegio de Arquitectos de Vigo, que apoya convencido el proyecto "porque es un enriquecimiento cultural para la ciudad".

Es la hora de ponerse a trabajar. Sin dilaciones ni recortes inadmisibles. El monolito que Nouvel ha diseñado para coronar su obra y engarzar puerto y ciudad, debe ser, junto al puente de Rande, el elemento simbólico que figure en las guías turísticas como motivo de atracción de Vigo. El puerto debe pronunciarse de forma incontrovertible. La ciudad queda a la espera de noticias.