Detrás de cada medalla hay una historia. Y hay quien, como el Cid Campeador, las sigue conquistando incluso después de muerto. Jesús Suso Morlán (Pontevedra, 1964 -  Belo Horizonte, 2018) fue uno de los nombres propios de la penúltima jornada matinal en los Juegos Olímpicos de Toko.

Por una parte, porque Saúl Craviotto alcanzó los cinco metales de David Cal para acompañarlo en lo más alto del olimpismo español. Pero el oro de Isaquías Queiroz en el C1 1000m adquirió una nueva dimensión. Y es que tres años después de su fallecimiento por un cáncer, su legado está más vivo que nunca.

En plena celebración, su actual técnico Lauro "Pinda" mostraba un mensaje en su camiseta a las cámaras: "Suso Morlán: o OURO é seu!". De esta forma, el brasileño mostraba su agradecimiento a la Familia Morlán por el trabajo realizado con ellos entre 2013 y 2018. Con la federación sudamericana se encontraba "maravillado" y por ello la plata de Queiroz en Río 2016 le supo a poco.

Isaquias Queiroz se emociona en el podio tras su oro REUTERS / Maxim Shemetov

Por ello y pese a ser diagnosticado de un tumor, siguió trabajando con su pupilo con la vista en la cita nipona y en París 2024, consciente de sus opciones. Morlán llegaría a dejar ya planificados todos los entrenamientos necesarios para alcanzar su máximo nivel: cada semana debía remar 15 km como mínimo, haciendo después 350 abdominales y correr 30 minutos.

Esta hoja de ruta llegaría a buen puerto en la bahía de Tokio, los cuales ya había asegurado que serían sus últimos Juegos. Porque aunque sentía un grandísimo cariño por sus discípulos, le había prometido a su hija de cinco años que tras conseguir su octava medalla de ocho lo dejaría. Una leyenda del piragüismo en España y Brasil, que hoy se unen para recordar su figura.