MasterChef arrancó ayer su duodécima edición con concursantes anónimos. El programa organizó un habitual episodio de acceso al concurso, en el que se produjo una criba y no todos se quedaron. Durante su emisión logró acaparar un 14,6% de la audiencia que, aunque de primeras no es una cifra negativa, sí fue insuficiente para lo que acostumbra: reunió al menor número de espectadores de su historia, 1.088.000 de media.

Al rodaje se acercaron hasta 50 aspirantes de entre los que Pepe Rodríguez, Samantha Vallejo y Jordi Cruz tuvieron que elegir a 16. Lo hicieron bien acompañados por el chef Marcos Morán de Casa Gerardo.

Según fueron pasando pruebas, se pudo conocer un poco más de cada concursante, sobre todo en las rondas finales. Allí estaba Idoia Montero, una concursante que no acababa de convencer a un jurado dividido. La hermana de la cantante original de La oreja de Van Gogh afirmó que hasta el momento había tenido varios trabajos, entre ellos uno de estilista de Amaia Montero (su hermana) y que ahora deseaba centrarse en el concurso. Sin embargo, las calificaciones no fueron las que se esperaba.

Presentó un plato llamado Henko, que significa "un cambio profundo sin vuelta atrás" en japonés. Pero sí que había retorno. Tuvo dos síes y un no, hasta que Rodríguez desempató y le dijo que no se quedaba.

Por su parte, Amaia, hermana pequeña, mostró su apoyo a Idoia en redes sociales. "El fracaso es no hacer nada" posteó. "Añado que el verdadero éxito es intentarlo una y otra vez y no rendirse", compartió también.