Intenta representar en alguna medida lo que Bienvenidos al Norte, la comedia de éxito extraordinario que Danny Boon dirigió en 2008, desempeñó para el cine galo, mostrando el choque de culturas que se produce entre andaluces y vascos en el marco de la diversidad española. Es, por encima de todo, una comedia romántica, pero aderezada con abundantes y a menudo políticamente incorrectos conceptos que se burlan de la realidad de ambas comunidades con diferentes grados de imaginación.

De todas formas y aunque la cinta decaiga un tanto en su parte final, casi siempre mantiene un nivel estimable de diversión, fruto de la labor de un director muy avezado en el género, Emilio Martínez Lázaro, que tiene en su haber una de las muestras más brillantes de la especialidad, El otro lado de la cama. Eso y el guión de dos vascos, Borja Cobeaga y Diego San José, que no tienen reparo alguno en reírse de sí mismos, a veces con evidente saña. Con una novedad apreciable, el debut en la pantalla grande como protagonista del monologuista de El Club de la Comedia Dany Rovira, en una labor que presagia su continuidad en nuestro cine.

El romance que nos invita a entrar en un territorio tan complicado y árido es el que viven el sevillano Rafa y la vasca Amaia, fruto del flechazo que, al menos él, han sufrido cuando ella visitaba la capital andaluza durante sus fiestas. La cosa no pasa a mayores en ese trance, pero él se queda tan afectado que decide trasladarse a Euskadi para conquistar a la chica de la que se ha enamorado. Para todo su entorno se trata de una locura, porque los vascos son para ellos de una pasta especial que resulta incompatible con el estilo de vida andaluz. Pero ni por esas, ni por las muchas dificultades que emergerán después, abandona Rafa su objetivo.

Es entonces cuando irrumpen los elementos tópicos que a diario asocian los medios de comunicación a las provincias vascongadas y a sus gentes, desde el nacionalismo y un cierto antiespañolismo hasta la conflictividad en las calles y el afán reivindicativo. Sin barreras y sin tapujos, la película trata por encima de todo de lograr la diversión exagerando los términos señalados. Por eso Rafa será encarcelado como sospechoso de formar parte de la Kale borroka y se verá obligado a sustituir su acento sevillano por el vasco para poder lograr el visto bueno de su suegro a sus relaciones con Amaia.