Vitals se llama la miniserie de tres partes sobre el COVID-19 que HBO estrena hoy al completo. No se vayan todavía. Corrijamos: sobre personas que han visto sus vidas sacudidas por el COVID-19. No se vayan, por favor. Precisemos otra vez: algunas de estas personas han salido de la enfermedad con vidas más ricas, con más amigos, con espíritu aún más vitalista que de costumbre.

Vitals se llama así, entre otros motivos, porque “vitales” son, explica el director Fèlix Colomer Vallès, tanto los pacientes retratados (“porque son imprescindibles en la vida de sus seres queridos y familiares”) como los sanitarios (“porque sin ellos estaríamos mucho peor”). Los vínculos creados entre los primeros y los segundos son la base emocional de un documental que funciona, a la vez, como recordatorio de nuestras responsabilidades y como llamada a la esperanza. Sobre todo, quizá, como esto último.

El centro de la acción es el hospital Parc Taulí de Sabadell, donde Colomer Vallès pasó doce horas al día durante un puñado de semanas, entre marzo y junio de 2020, en pleno estado de alarma. ¿Cómo convenció a la gente del hospital para estar ahí en medio todo el tiempo, durante tanto tiempo? “Cuando me planteé grabar lo que estaba sucediendo, tenía cero esperanzas”, admite. “Muchos fotógrafos lo han tenido difícil. Ricard Garcia Vilanova, por ejemplo, se ha quejado de cómo se les ha censurado la entrada a residencias y hospitales. Creo que si logré entrar fue, en parte, por mi insistencia. También porque logré convencer a Aleix [Riu Grané], jefe de comunicación del Taulí, un chico joven y motivado como yo”.

Una vez conseguido el acceso al hospital, está la cuestión del acceso a las personas: asegurarse la participación tanto del personal sanitario como de los enfermos. “Sabadell es un pañuelo”, dice el director. “Sílvia, una de las enfermeras protagonistas, había sido vecina mía de toda la vida. Fue mi madre quien me dijo que era de quirófano y ahora estaba en la UCI, y que era muy especial, y que debía hablar con ella. A través de Sílvia llegué a Isa, quien cuidaba de Eduard [57 años]”.

Sabadell es realmente un pañuelo: Eduard es padre de Aniol, amigo de Fèlix desde hace muchos años y compositor de la canción central de la serie, que graba para su padre en vídeo al principio del primer episodio.

Por su parte, Sílvia cuidaba de César (58), un policía hambriento de vida (y paella) que acabó convertido en pilar emocional de la serie. Otra historia inolvidable es la de Alfredo (74) y Matilde (73), a los que el virus no les deja celebrar sus cincuenta años de casados. Pero todos los personajes son vitales en este tapiz humano. Los que llegan al clímax final y los que, por desgracia, quedan en el camino. Las enfermeras, pero también las auxiliares de enfermería: fundamentales Sandra y Noemí. Incluso quienes se quedan en casa, como apunta el hijo de Sandra.

Sanitarios y familiares

La acción de Vitals se extiende a los hogares de sanitarios y familiares de pacientes. Allí se producen escenas de intimidad brutal, como esa en la que Sílvia se ve acribillada a preguntas por su hijo, le pide paciencia, se ponen tristes y acaban recuperando el vínculo. “Poder ver cosas así solo es posible gracias a la generosidad enorme que ellos tienen hacia nosotros –dice Fèlix–. También a nuestra paciencia. Mi vida, durante un año, fue la suya. Tenemos en total unas doscientas horas de material. El 99% quizá no sirva para mucho, pero el 1% es una joya”.