Una inmersión profunda y a la vez verídica en la intimidad de una mujer solitaria, imprevisible e ingeniosa que sorprende y a la vez fascina a pesar de que discurre por los antros de Manhattan. Un hecho que llega casi a cautivar y a emocionar en los momentos finales, que se asienta sobre la seguridad de una excelente interpretación de Melissa McCarthy -en el cometido de la propia protagonista de la historia- y de Richard E. Grant, ambos nominados a los óscars, con una tercera candidatura para el guion adaptado, y en la perfecta reconstrucción de una época, la de los terribles años del VIH de finales del siglo pasado.

Todo un reto para la directora Marielle Heller, tanto más meritorio cuanto se trata solo de su segundo largometraje, cinco años después de su debut con 'Diary of a teenage girl'. Por medio del libro de Lee Israel se adquiere el acceso a un universo absolutamente peculiar. Es en el que habita una mujer, la citada Lee, que ejerce de biógrafa de los artistas más adinerados del mundo, en una situación económica personal que podría calificarse de bancarrota. Sumida, además, en un momento de crisis a todos los niveles, se ha quedado tan sola que ni siquiera tiene quien le proporcione el más mínimo consuelo y que le haga olvidar un pasado que le duele.

Una circunstancia que se hace visible en un hogar infestado de basura y de pegajosos insectos, por el que solo circula su inseparable gato, no apto para la convivencia. Por suerte se cruza entonces en su camino un simpático vividor gay, Jack Hock, que se convierte en su inseparable compañero de fatigas. Lee logrará entonces salir del pozo en que había caído, pero solo para comprobar que el FBI la tiene controlada por haber falsificado cartas de famosos. Su nómina al respecto incluye nombres como Katherine Hepburn, Tallulah Bankhead, Estée Lauder o la periodista Dorothy Kilgallen, que le han proporcionado jugosos beneficios. Es, con todo, un espejismo que puede llevarla, por una condena de varios años, a pagar su deuda con la sociedad. Una crónica del ascenso y caída de una «delincuente literaria» que no es, como ha confesado la escritora, un fruto de la imaginación, sino una realidad.