De la canoa de Cangas al acelerador de partículas
Pablo Álvarez trabaja desde el mes de octubre en el CERN, en Ginebra, donde llegó tras una criba de 10.000 aspirantes de todo el mundo
![El joven Pablo Álvarez Domínguez, en el CERN, ubicado en Ginebra (Suiza), donde está el gran colisionador de hadrones.](https://estaticos-cdn.prensaiberica.es/clip/0548b4eb-809c-4093-adc0-436350cb79e2_21-9-aspect-ratio_default_1273338.jpg)
El joven Pablo Álvarez Domínguez, en el CERN, ubicado en Ginebra (Suiza), donde está el gran colisionador de hadrones. / Santos Álvarez
Es de Carballiño, pero como si fuera de Cangas. Es donde pasa los veranos y todas las vacaciones que puede desde hace muchos años, donde entrena a primer nivel para competir por el Club Náutico de Cangas en la especialidad de C-2 200 de la que subcampeón de España y el lugar al que siempre quiere volver. Tiene en la actualidad 24 años y tras finalizar sus estudios de Ingeniería de Telecomunicaciones en la Complutense de Madrid se fue a estudiar a Zúich Ingeniería Cuántica. A esta ciudad suiza llevó también su canoa y entre estudio e investigación logró encontrar tiempo para entrenar y repetir este año el título de subcampeón de C2-200. Cuando se le pregunta cómo llegó al CERN, donde se encuentra el gran colisionador de hadrones, la máquina más grande construida por el ser humano entre 1989 y 2001.
Pablo Álvarez comenta que conoció el programa en el que trabaja por casualidad y decidió optar a él. Fue elegido junto a otras 99 personas entre 10.000 aspirantes de todo el mundo, debido a su excelente expediente académico. Desde octubre trabaja en el CERN con un contrato de estudiante investigador. Porque él lo que quiere es dedicarse a sacar un doctorado y trabajar en la investigación. Ahora mismo está evaluando si saca el doctorado en el CERN o lo hace en Lyon. “Hacer el doctorado si te quieres dedicar a la investigación es casi obligatorio”, señala Pablo Álvarez.
![A la izquierda, Pablo Álvarez entrenando en su canoa; a la derecha, en el CERN de Ginebra.](https://estaticos-cdn.prensaiberica.es/clip/4ccb7e6b-359a-463e-a7e9-24811ef2f72e_alta-libre-aspect-ratio_default_0.jpg)
A la izquierda, Pablo Álvarez entrenando en su canoa; a la derecha, en el CERN de Ginebra. / FdV
Se le recuerda cuando se puso en marcha el acelerador del partículas de Ginebra y creó en torno a ello una idea de que se podía acabar el mundo, de que esta máquina podría crear un agujero negro de tal magnitud capaz de tragarse la Tierra. Pablo Álvarez esboza una sonrisa. Primero afirma que fue algo que Estados Unidos trató de difundir, porque no es miembro del CERN. “Aunque la energía que se utiliza en el aerogenerador es altísima, es inferior a la que pueden generar partículas que llegan a la atmósfera procedentes del espacio exterior. Si hubiera riesgo ya habría pasado antes”. Habla con entusiasmo del CERN de cómo lo que ahí se investiga después tiene aplicaciones en el día a día, como en la medicina nuclear, en la resonancia magnética y recuerda que en el CERN nació Internet. Al igual que muchos otros investigadores coincide en manifestar que el gran problema que tiene ahora la física es demostrar la forma aunar dos teorías que por separadas están ampliamente contrastadas, como la teoría de la relatividad y la de la mecánica cuántica y, sin embargo, son incompatibles entre sí. Como señala Pablo Álvarez, no se sabe como encajar lo grande con lo pequeño y al revés. Apunta que el acelerador confirma el modelo estándar, el conjunto de partículas que conforman el universo.
Pablo Álvarez sostiene que hay mucha diferente entre España y Suiza en la investigación. “Son dos mundos distintos. En el sistema educativo de aquí la calidad de la educación va ligada a la investigación. El cambio de Madrid a Zurich fue muy brusco. Aquí estudiamos cosas que se publicaron hace poco tiempo, y en España las que llevan muchos años publicadas”.
“Soy un friki de cómo aplicar mi conocimiento a mi deporte”
Pablo Álvarez reconoce que es un friki de la aplicación de sus estudios en el deporte que practica, que es la canoa. Afirma que lee mucho sobre ello y siempre está pensando en cómo mejorar. También él es un seguidor de la serie Big Bang Teory y se asombra de lo bien trabajados que estaban los guiones. Él mejor que nadie sabe lo difícil que es compaginar los estudios con la competición de alto nivel. En Zurich aún podía entrenar, pero en Ginebra el tiempo se lo impide la mayor parte del tiempo. Su deporte le apasiona, casi tanto como la investigación, a la que se quiere dedicar. Y lo tiene claro: “Mi sueño es acabar aquí en el CERN y después si hay trabajo en Galicia, mejor; pero no quiero sacrificar mis caminos en la investigación por el capricho de venir aquí”, dice de forma rotunda Pablo Álvarez.
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