La Constitución abre el primer furancho de Cangas

El local de Ángel Nogueira y Pilar González en Cunchido estrena la temporada, con buen vino pero menos que el año pasado

Ángel Nogueira, ayer, con una jarra y tazas de vino en el furancho.

Ángel Nogueira, ayer, con una jarra y tazas de vino en el furancho. / Gonzalo Núñez

El mes de diciembre abre la temporada de furanchos en Galicia. En Cangas, aprovechando el puente de la Constitución lo hace desde hace más de treinta años el establecimiento del barrio de Cunchido, que regentan, en el bajo de su casa, el vecino Ángel Nogueira junto a su mujer Pilar González, él muchas veces al frente de la barra y ella, en la cocina preparando las tapas. El conocido furancheiro reconoce que este “puente” es buena época para abrir, que ayer por la mañana estaban a rebosar, no se cabía, aunque asegura que no hay vino para los tres meses de autorización máxima que permite la ley.

En el barrio cangués de Cunchido, en la parroquia de Darbo, Ángel Nogueira y su mujer Pilar González, de 78 y 74 años, respectivamente, son fieles furancheiros, una tradición que, poco a poco, se va perdiendo por la falta de relevo generacional. Este pasado viernes, y como desde hace más de treinta años, siguiendo la tradición familiar, abrieron el furancho en el bajo de su casa, el primero que estrena la temporada en Cangas, que comienza el 1 de diciembre y se prolonga hasta el 30 de junio o, incluso, puede llegar a julio de forma excepcional.

Un grupo de amigos, por la tarde, en el furancho de Cunchido.   | // GONZALO NÚÑEZ

Un grupo de amigos, por la tarde, en el furancho de Cunchido. / Gonzalo Núñez

Este matrimonio abre el local siempre en estas fechas del “puente” de la Constitución y supone un atractivo más para estos días festivos. Los 2.400 metros cuadrados de viñas de Ángel y Pilar en As Barreiras, han dado buen vino, asegura él, aunque menos que otras temporadas debido a las enfermedades que estropeó mucha cosecha. Por eso que sólo disponen de unos 1.400 litros, de vino en su mayoría de espadeiro y albariño, que no les dará para mantener abierto el furancho los tres meses de período máximo que permite la normativa.

Pilar González en la cocina del furancho preparando una empanada para las tapas.

Pilar González en la cocina del furancho preparando una empanada para las tapas. / Gonzalo Núñez

Ayer a mediodía, el local, acondicionado de forma enxebre con unas cuantas mesas y sillas que parecían aquellas del colegio, estaba a rebosar, no se cabía. Por la tarde, tras un cierre para comer, volvía el público, dice este furancheiro detrás de la barra, mientras Pilar se encontraba en la cocina preparando las empanadas y el raxo para las tapas, propias de esta época fría del año. La jarra del vino de casi un litro cuesta este año los 8 euros y la taza, 3. Ángel Nogueira que años atrás abrían en San José, en Marzo, pero por cuestiones familiares de su suegro tuvieron que hacerlo en diciembre y desde entonces lo siguen haciendo en este mes, con el que están satisfechos: “Es un mes de mucho ambiente”, señala, mientras reconoce que este oficio se irá acabando, que en su caso los hijos ya no pueden cuidar las viñas y que como a ellos le pasa a muchos de los furancheiros. Asegura que en Moaña ya sólo abre uno.

Otros vecinos disfrutando ayer del furancho de Cunchido.

Otros vecinos, dispuestos a disfrutar ayer del furancho de Cunchido. / Gonzalo Núñez

Eugenio Cordeiro, que abre en marzo su furancho “Ximalveira”, junto al Enziani, en el casco urbano de Cangas, es el presidente de la Asociación de Furanchos de Cangas (Afucan) que aglutina a 32 furancheiros. Reconoce que la actividad sí que se muere poco a poco, que antes de la pandemia eran 57 asociados y que estos locales tradicionales en donde se pone a la venta el excedente del vino de su cosecha para autoconsumo, pasarán a ser algo del pasado. Alerta de que lo grave de la situación es que las viñas se van abandonando por la edad de las personas, sin que haya relevo generacional de padres a hijos, y la comarca va perdiendo los derechos de viñedo que pasan al banco común de la Xunta, en donde los adquieren personas para otros lugares distintos a esta península. Por eso que desde la asociación llaman a que esos derechos se queden aquí, que pasen a la asociación para gestionarlos durante los años que otorga la Xunta y para que puedan ofrecerse cuando un joven quiera poner en marcha una iniciativa y volver a las viñas. Cordeiro asegura que ya hay ingleses y franceses interesándose por estos viñedos, de ahí la pena y que se pierda esta cultura tradicional, que O Morrazo se vacío de viñas.

El año pasado abrieron en Cangas 29 furanchos: 7 en Darbo, 11 en O Hío, 1 en Aldán, 7 en Coiro, 1 en Cangas y 1 en Espíritu Santo.

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