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Moaña desmonta el cruceiro de Sabaceda para recuperar su pintura original

Los trabajos los realiza un profesional de Campolameiro ESe trata de uno de los pocos ejemplos de cruceros policromados

Desmontaje del cruceiro. | Fdv

El concejal de Cultura de Moaña, Carlos Juncal, muestra su satisfacción de que, finalmente, hayan comenzado las obras de restauración del cruceiro de Sabaceda, el único policromado del municipio y de los pocos ejemplos de estas características que existen en la comarca. La rehabilitación, solicitada por los vecinos y apoyada en su momento por el edil de XM, Javier Carro, se realiza con un presupuesto, señala Juncal de unos 15.000 euros con cargo a fondos propios del Concello para rehabilitación del patrimonio.

Los trabajos han sido adjudicados al restaurador Enrique Velasco, de Campolameiro, El concejal asegura que el viernes mismo se completó el trabajo de desmontaje del cruceiro, ubicado en un cruce de caminos a pocos metros de la carretera entre Moaña y Marín, y las piezas se hantrasladado a Campolameiro en donde se procederá a la restauración. Juncal señala que previamente se encargó un estudio de la policromía del cruceiro que concluyó que era factible recuperar su estado original y esto es lo que se va a hacer ahora, atendido también la petición vecinal.

Velasco destaca que se trata de un proyecto en el que se trabaja desde hace cinco años, con análisis, reuniones, tanto de los miembros del departamento de Cultura y mantenimiento del Concello como con los propios supervisores del departamento de Patrimonio de la Xunta, todo ello bajo el asesoramiento y diagnóstico del Grupo de Estudios Medioambientales aplicados al Patrimonio (GEMAP) de la Universidad de Santiago.

El concejal Carlos Juncal delante del cruceiro de Sabaceda.

El concejal Carlos Juncal delante del cruceiro de Sabaceda. Fdv

El restaurador señala que se trata de una talla en piedra de origen granítico policromada, labrada a mano. reconoce que se trata de una de las pocas piezas con estas características que se puede encontrar en el territorio, al tiempo que es un lugar de peregrinaje devocional y sigue sigue siendo objeto de ofrendas por su fama milagrosa.

La pieza tallada representa una crucifixión de Jesucristo en su frontal y una Virgen Dolorosa en el reverso, levitando sobre una nuvbe en la que se representa la cabeza de un querubín alado. Eñl apital está franqueado igualmente en sus caras con otras tallas de cabezas aladas de ángeles además de volutas con formas geométricas tradicionales que lo equilibran y componen.

En el inventario de bienes culturales del Concello, figura una descripción realizada por la moañesa Rosa Pena: “Tiene seis escaleras de piedra que dan a dos frentes. El pedestal es cuadrangular de aristas rebajadas; el fuste, de cuatro metros de altura, octogonal liso; el capitel es muy complicado: motivos vegetales, volutas en las esquinas y angelitos entre ellas: La cruz es de sección casi circular, queriendo parecer un madero con nudos: La parte de delante contiene a Cristo Crucificado, con tres clavos; pie derecho sobre el izquierdo, rodillas flexionadas; costillas y músculos muy marcados. Cabeza caída con corona, pelo y barba; expresión moribunda. En la parte posterior está la Virgen Dolorosa con grandes y flojos mantos, cabeza cubierta con corona, expresión triste, brazos cogidos por delante, cruzándosele los dedos. Tiene el corazón fuera con una flecha clavada”.

Construido por una promesa de curación

El investigador de Moaña Manuel Uxío García había realizado un trabajo sobre el cruceiro de Sabaceda, del que asegura que está ubicado muy cerca de las heredades que fueron de la poderosa familia Freire, procedente de Outeiro de Sabaceda. El cruceiro lo mandó construir, en un terreno de su propiedad, un familiar de Dolores Martínez, madre del antiguo zapatero del lugar, José Boubeta Martínez, por una promesa que había hecho para que se curarse un hijo de una grave dolencia, a finales del XIX.

Añade Manuel Uxío García que, a través de personas mayores de Sabaceda, se supo que en un cupo de la persona que lo mandó construir aparece el siguiente párrafo: “Queda obligado el interesado de este cupo, como cada uno de sus hermanos a alumbrar el Cristo del Casarello durante seis meses de cada año, como lo hicieron sus finados padres. Año 1908”.

Después de que lo mandase construir, el terreno fue vendido a Manuel Freire, dueño de la granja, que cedió un trozo de la superficie para que el elemento de devoción quedara en lugar público, en donde se encuentra en la actualidad.

Añade que un ebanista de A Xalde, llamado O Roqueiro, torneó en su taller a comienzos del siglo XX, un aparejo de madera al que adaptó unos cordeles, para instalarlo en este cruceiro y poder subir y bajar los faroles de la cruz, sin necesidad de escalera.

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