La Policía Local de Cangas detuvo ayer por la mañana a un vecino del municipio, que responde a las iniciales A.R., de 53 años, acusado de trapichear con metadona en el entorno de la Casa da Cultura, en Rodeira. Los agentes sorprendieron a dos individuos intercambiando dinero por pastillas de metadona, un opioide sintético utilizado, entre otros fines, como fármaco para ayudar en la desintoxicación de personas drogodependientes, y al cachear al supuesto vendedor encontraron entre ocho y diez dosis. Tras identificarlo y tomarle declaración, el hombre fue puesto en libertad a la espera de la citación judicial.

Los vecinos de la zona alertan de que el tráfico de drogas a pequeña escala, así como las peleas, insultos y comportamientos agresivos de personas que se citan a diario junto a la Casa da Cultura se han convertido en rutina, deteriorando la imagen e incluso la seguridad en ese entorno, donde se ubica también la Unidad de Atención a Drogodependientes (UAD). Ayer, en uno de los controles policiales, los agentes comprobaron ese comportamiento delictivo y procedieron a detener al supuesto vendedor.

La proximidad del centro de dispensación de metadona para toda la comarca de O Morrazo causa inquietud entre algunos residentes, que alertan de delincuencia, tráfico de drogas y que algunos pacientes venderían parte de la metadona que les entregan para generar ingresos con una actividad ilícita.

Consumo en la vía pública y daños en vehículos

Los responsables policiales reconocen el malestar del vecindario y de los transeúntes por la imagen y la actitud que mantienen algunas personas con problemas de consumo de alcohol y drogas que se reúnen a diario en el exterior de la Casa da Cultura. Además del consumo en público y de no portar mascarillas ni respetar la distancia social, se queja de constantes riñas y peleas entre ellas, de orinar en los espacios públicos e incluso de provocar daños en algunos vehículos estacionados en la zona. Policía Local y Guardia Civil acumulan denuncias por este tipo de comportamientos y buscan medidas para atajarlos. En las últimas semanas han incrementado la presión y los controles, algunos de ellos con agentes de paisano, advirtiéndoles de que deben mantener una actitud cívica y sus consecuencias, pero reconocen la dificultad de la tarea.