La obra que la moañesa Loreto Blanco expone en la Fundación Eugenio Granell, en Santiago, hasta el 22 de noviembre, surge de una conexión y amor a la naturaleza, a la que siente profundamente y desde la que surgen los seres que retrata. "Te miro y me veo" no solo presenta las imágenes de estos seres, sino también sus mensajes, a través del cual plantean una mirada introspectiva hacia dentro, hacia un mayor autoconocimiento. "Vinthia", uno de estos cuadros, es "Somos agua" y el mensaje que lo acompaña es "Soy una ondina, ser del agua. Habito en el agua para ofrecer belleza y pureza. Las aguas son vuestro ser. Dejad de maltrataros y entended que lo que hagáis a las aguas os lo hacéis a vosotros mismos. Yo soy un ser del agua y la cuido, la limpio, le canto, le agradezco, la respeto y venero como a mí misma, porque soy también en ella, con ella, parte de ella. .. Avancemos juntos humanos". Así es la obra que expone Loreto Blanco, que incluye 36 trabajos de 2020, cada uno con el nonbre que el retrato le inspira. Hay nombres como "Stomkraim" que es "la alquimia del espíritu"; "Abuntu" o "la fuerza de lo que aúna", "Emmblama" o "la llama del corazón" o "Ángora", que es "Presencia de la tierra en expansión hacia el cielo". También hay retratos de "Lirian" o "El despliegue de tu fantasía" o de "Dayshá" que la artista traduce como "La atencion a tus pensamientos".

Loreto Blanco, nacida en Moaña y que actualmente vive en Cangas, es licenciada y doctora en la Universidad del País Vasco y desde 1993 es profesora de la Facultad de Bellas rtes de la Universidad de Vigo. Sus cuadros tienen una mirada mística, espiritual y concibe su obra como un medio para verse reflejado en ella: "Es una obra como potencial espejo ue nos devuelve nuestro propio reflejo, arte como toma de conciecnia, arte como vehículo de crecimiento personal", señala la artista en el libro que acompaña la exposición, con los textos que cada retrato le inspira como mensaje.

El proceso que lleva a Loreto Blanco a estos nombres comienza cuando, como ella misma dice, se pone delante del retrato y "de alguna manera le pregunto su nombre, es una inspiración directa del retratado conmigo, sale de manera automática y expontánea, no está meditado, ni buscado, es una pregunta interior al cuadro, mirándole". El proceso en el caso de los textos es el mismo, "se puede hablar de un arte canalizado porque no predetermino el texto al que va, sino que se pone delante de la imagen y le pregunto cuál es el mensaje y de manera automática lo escribo".