La pequeña capilla de San Roque, en Darbo, en la que apenas hay culto, sufrió un incendio la semana pasada sin que nadie sepa muy bien cómo y quién lo causó. Fue la sacristán María del Carmen Saas quien encontró ayer la pequeña capilla con símbolos inequívocos de vandalismo.

El pequeño altar de piedra estaba quemado y la mancha de humo negro llegaba hasta el techo. Todas las velas que había en el mismo se habían consumido y ahora formaban una masa compacta encima del altar que va a ser muy difícil de limpiar. Los jarrones que había estaban destrozados y había rastros de "botellón". Además, el candado que guarda la puerta de entrada había desaparecido, sin que hubiese aparecido en los escombros de esa noche de vandalismo que se amontonaban ayer en las tareas de limpieza que realizaba María del Carmen Saas. Ella comenta que hubo vecinos que vieron el sábado a un grupo de jóvenes en la pequeña capilla. Por suerte, estos días no se guardaban en el templo las andas de la Virgen que sale en procesión, según señala la sacristán.

Nadie dio una voz de alerta. Ni ningún grupo de emergencias, ni el de Protección Civil ni los bomberos fueron llamados para actuar. Y eso que hubo riesgo de que el fuego alcanzase el techo de madera. De hecho, lo hizo. La mancha de humo no deja lugar a dudas. Es como si los vándalos plantaran fuego y ellos mismos lo detuvieran.

El único que acudió hasta el lugar fue el concejal de Obras, Eugenio González. Comprobó los daños y preguntó si alguien había puesto la correspondiente denuncia. Le dijeron que no, que el párroco no quería meterse en esos líos, que no se ganaba nada con ellos. Sin embargo, el concejal manifestó que era conveniente que se presentara denuncia, que los hechos pudieron ser muy graves y que se había atentado contra el patrimonio histórico y cultural de Cangas, no solo eclesiástico.

La puerta de entrada a la otra capilla más grande, que está situada frente a la que ardió, no habría ayer. María del Carmen Saas lo intentó en varias ocasiones y no fue capaz. Teme que hubiesen introducido algo en la cerradura. La capilla principal es la que estuvo cerrada al culto durante meses porque una rama de un gran pino situado en las inmediaciones cayó sobre el tejado con un temporal. Precisamente en la capilla objeto de actos vandálicos se guardaron durante esos meses las imágenes y bancos del otro templo que había quedado a la intemperie.

En la parroquia canguesa de Darbo hay otras capillas, como la de Santa Marta, que están sin abrir porque los feligreses no las atienden y los párrocos absorben demasiado trabajo con eso de la escasez de vocaciones sacerdotales, que empieza a notarse seriamente.