La familia propietaria de una finca, ubicada entre el campo de fútbol de O Morrazo y el auditorio, en Cangas, denunció ante el Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona)de la Guardia Civil la muerte de una veintena de los árboles centenarios de esta finca, en lo que considera que fue algo provocado.

No pueden apuntar a nadie, pero dice que los árboles que aparecieron secos están en la misma hilera y los troncos han aparecido con unos orificios por donde se piensan que pudo haber metido el veneno para secarlos.

La finca, de unos 2.500 metros cuadrados, en el límite del casco urbano, es propiedad de los herederos de Acuña Fandiño quienes aseguran que "lloras al ver los árboles".

La imagen es de una carballeira centenaria con un total de 24 árboles muertos, por lo menos la mitad de los que había. En algunos troncos se ven todavía los orificios que se tuvieron que realizar con un taladro, en algunos casos aún siguen abiertos y en otros están tapados. Se supone que por esos orificio se les fue inyectando, durante varios días, el veneno para matar al árbol y que no debió de ser algo reciente "porque el serrín está todavía fresco en el suelo".

Así, al menos consta en la denuncia que aseguran que interpusieron ante el Seprona. Entienden que es difícil que la investigación pueda concluir con la identificación de los autores, pero quieren que al menos se conozca este atropello que es un auténtica pena porque se trata de robles que están protegidos por Medio Ambiente. Quieren que también se sepa por si alguien vio algo que pueda aclarar lo ocurrido.

Sin habitar

Los propietarios del terreno se enteraron de lo sucedido por casualidad, ya que es una finca sin habitar, sin casa, a la que solo acuden de vez en cuando para controlar y desbrozarla. Fue precisamente en una de estas visitas el jueves cuando empezaron a percatarse de que algún ábol estaba seco y después ya vieron el resto. Dicen que incluso el primer día no se percataron de los orificios mortales en el troncos.