De la virulencia del incendio que arrasó la primera planta de esta vivienda unifamiliar de Curraces da fe la elevada temperatura que se llegó a alcanzar en el interior de la misma, más de 600 grados, según apreciaciones de los bomberos que participaron en las tareas de extinción. Esto hizo que aunque no hubiese daños serios en la estructura de la casa sí se derritiesen por completo algunos elementos de la misma, como la carpintería metálica. La mayor parte de los enseres que se encontraban en el salón estaban muy calcinados.

Precisamente el hecho de tratarse de un inmueble de construcción moderna y buena estructura hizo que el fuego tardase en ser detectado y se focalizase únicamente en el interior. Además, alguna de las ventanas estaba abierta, lo que permitió que se alimentasen las llamas hasta que fue demasiado tarde. Cuando llegaron los bomberos la potencia del fuego era menor y pudieron sofocarlo con menos dificultades.