Nacido en Moaña en el seno de una familia humilde marinera el 10 de marzo de 1887 y fallecido el 13 de diciembre de 1960, también en esta localidad, en su casa del barrio de O Con, José Costa Alonso fue una personalidad destacada en el lanzamiento de los pósitos. Lo hizo muy especialmente en el sur de Galicia, desde Fisterra al Miño sur; y también se destacó en la mejora de las condiciones de vida de los marineros convirtiéndose en fiel seguidor de las tesis y del trabajo del marino ferrolano Alfredo Saralegui, que impulsó el Instituto Social de la Marina y la creación de los pósitos en España.

En la casa de O Con, los hijos de José Costa Alonso han mantenido salvaguardados desde su fallecimiento todos los archivos que dejó su padre, en su mayoría correspondencia, y que son fiel testimonio de aquellos años de creación de los pósitos, de lo que supusieron también en cuanto a educación con la creación de escuelas asociadas a ellos, de ser cooperativas de producción y de su conversión, tras la Guerra Civil, en cofradías. Ante el temor de que esta documentación se pudiera perder, decidieron donarla al Museo do Pobo Galego. Este pasado jueves, dos representantes de la institución, Lino Lema, su tesorero; y Concha Losada, vicepresidenta del Patronato, se desplazaron hasta la vivienda familiar en Moaña para participar en el acto formal de donación, con la firma por parte de cuatro de los cinco hijos con vida del ilustre moañés, que tiene en su honor la calle que atraviesa O Con por delante de la casa.

Presidiendo un gran cuadro de su padre colgado en la pared del salón, junto a otras fotos antiguas de la familia, y con los objetos religiosos que siempre marcaron la vida de Costa Alonso, la casa se llenó de familiares en una tarde en la que las olas del temporal golpeaban puertas y ventanas.

Allí estaban cuatro de los ocho hijos con vida de Costa Alonso y su mujer Clotilde Costa, a falta de Carmen que no pudo asistir: Manuel, Clotilde, Josefa y Rosa; además de algunos de sus nietos como Suso Rodríguez y Pablo Martínez y las dos personas que han colaborado en esta donación: el catedrático cangués Iago Castroviejo y el técnico de Cultura del Concello de Moaña y sociólogo, Manuel Pérez Rúa, ambos investigadores también de Costa Alonso.

Los responsables del Museo do Pobo Galego trasladaron a Santiago, a la sede de la institución en el antiguo convento de San Domingos de Bonaval, seis cajas de archivos. Aseguran que ahora serán estudiadas, clasificadas e inventariadas para quedar a disposición de cualquier persona que las quiera consultar.

Marinero de profesión, José Costa Alonso conoció a Saralegui en una charla que el marino impartió en el verano de 1917 en Moaña para fomentar la creación de los pósitos. Aquello fue el germen de todo lo que vendría detrás. Costa Alonso creó en 1921 el Pósito de Moaña, del que fue presidente hasta su jubilación. Fue vocal del Consejo General del Instituto Social de la Marina y miembro de la Comisión permanente en representación de los marineros del norte y del noroeste de España y formó parte de la ponencia de ordenación Pesquera que se constituyó en Burgos en enero de 1938. También destacó como responsable de la sección social del Sindicato Provincial de Pesca y fue autor de un anteproyecto de Reglamento de Trabajo en la Pesca Marítima. Llegó a ser el presidente de la Federación de Pósitos Marítimos de Galicia y vocal-tesorero de la Confederación Nacional de los mismos además de colaborar en la organización de la mayor parte de los pósitos de Galicia, así como en las delegaciones de la Mutualidad de Accidentes del mar y de Trabajo. En 1931 fue nombrado inspector costero del ISM. Publicó numerosos artículos en prensa y dirigió la publicación "Galicia Marítima".

En sus memorias publicadas en el año 2000, con la colaboración de su nieto Xosé Luis Rúa Costa y de Iago Castroviejo, y recogidas en el libro "José Costa Alonso. Memorias da miña vida societaria", se recoge el testimonio del propio autor sobre el día que conoció a Saralegui en Moaña: "Era unha mañá do verán de 1917 cando me contou o meu amigo Manuel Rodríguez Riobó, ó regresar eu das faenas da pesca, que se atopaba en Moaña un xove oficial da nosa Armada co propósito de organizar unha asociación, coma outras que xa tiña organizado ou que pensaba organizar noutros portos, e que se chamaría Pósito de Pescadores". José Costa Alonso se describe como un marinero "modesto e escuro" y dice que al tener noticia de tal modalidad de asociación "grande, santa e humanitaria" acudió a la charla "e o oficial de simpática figura, tenro, agarimoso, relatoume o seu nobre intento, idea da súa obra admirable, deixándome verdadeiramente engaiolado. E prometinlle o meu decidido apoio e a niña modesta cooperación".

Recuerda que le dijo a Saralegui que su hermosa idea sería difícil de llevar porque "os pescadores sómoslle moi incultos, non lemos nada e todo o comprendemos do revés. Neste porto, hoxe por hoxe, os donos da situación son os modestos armadores e se eles puxesen empeño, organizaríase o Pósito". Ya hablaba de él como simpático y joven oficial -tendría 34 años- y Saralegui, siguiendo las indicaciones de Costa Alonso convocó a los armadores pero solo acudió uno. En 1919 la obra de los Pósitos ya se dejaba sentir en otros puertos como en Vigo y en abril de 1921 retoma la creación del Pósito de Moaña, Gregorio Fernández Ballesta, ayudante de Marina y enviado por la Caja Central de Crédito Marítimo (hoy ISM). Era un momento de mucha lucha social con el sindicato Alianza Mariñeira. Costa Alonso colaboró con Ballesta en la puesta en marcha del pósito y el 5 de junio queda constituido con él como presidente. Ballesta pidió a la Alianza Mariñeira que no lo combatiera ya que era una asociación de cultura, cooperación y previsión, ajena a la lucha social, política y religiosa. En el pósito figuraban personas de ideología distinta como lo eran Saralegui y el propio Costa Alonso, el primero de izquierdas y el moañés muy religioso, incluso promovió la construcción de la iglesia del Carmen, Pero no fue impedimento para que mantuvieran una férrea amistad y relación de trabajo hasta el final de sus vidas: "As continuas cartas de alento que me enviaba o grande Saralegui e o amor e mailo entusiasmo que eu empezaba a sentir polo Pósito, foron motivos para que deixara en segundo termo niña profesión, dedicándolle as horas de descanso ó Pósito e tendo que sair para á pesca esgotado, o que provocaba as protestas da miña familia".

Fueron años duros, porque muchos socios del Pósito se fueron entregando a la Alianza, que les exigía la baja en la cofradía, tal y como recoge José Costa en sus memorias. Moaña tenía 50 barcos con 30 hombres de tripulación en cada uno. El presidente consigue un crédito de la Caja Central y adquiere una lancha para la asociación, que dio trabajo a unos 30 asociados, y con el fin de evitar que desapareciera el Pósito, ensayando así una de las aspiraciones de Saralegui: la cooperativa de producción.