Genaro Solla, el buenense de 44 años detenido el lunes por la noche como presunto autor de varias puñaladas a Andrés González Otaño, cubano afincado en la parroquia moañesa de Tirán que falleció poco después en el centro de salud de Cangas, fue conducido ayer, pasada la una de la tarde, por la Guardia Civil hasta el lugar de los hechos, un quiosco en desuso en el aparcamiento de Rodeira y frecuentado por toxicómanos. Allí, y en presencia de abogado, los investigadores encontraron un cuchillo de grandes dimensiones que, presumiblemente, habría sido empleado en el crimen y que los peritos de la Policía Judicial están analizando. Los agentes también recogieron otras muestras en el interior del chiringuito, habilitado con literas y donde solía pernoctar el detenido, según testimonios recabados. Tras la inspección, la Benemérita lo condujo hasta la unidad de atención a drogodependientes (UAD), próxima al lugar, para que pudieran suministrarle el tratamiento de metadona que recibe por su adicción, y luego fue trasladado de nuevo al calabozo del cuartel, desde donde se prevé que pase esta mañana a disposición del juez, que podría ordenar su ingreso en prisión.

Genaro Solla llegó al lugar del crimen esposado, con la mano derecha vendada, probablemente como consecuencia del forcejeo que habría mantenido con la víctima, y vestido con el mismo chándal negro de la noche anterior. Siguió el mismo trayecto que el que dibujaban varias pisadas de sangre en la zona acordonada por la Guardia Civil. Con actitud aparentemente tranquila, solo en los primeros instantes se preocupó de ocultar su rostro a los fotógrafos, a los que increpó tras finalizar la inspección. En el interior del "chiringuito O Forte", asentado en dominio de Costas, hecho de chapa metálica y cerrado con cadena y candado, había un perro negro de raza bóxer al que se dirigió por su nombre y con el que solía pasear por el entorno, afirman los vecinos. Los agentes tomaron huellas y permitieron al detenido recoger varias pertenencias, como documentación personal y del perro, una cartera, una libreta bancaria y medicación, entre otras. Dio las explicaciones que le pidieron y se extendió en otras, como la procedencia de un equipo de música del interior.

La reconstrucción del suceso se hizo con el coche de la víctima, un Renault Scenic, todavía aparcado a escasos metros del quiosco, a la espera de que sea retirado por los allegados. El cuerpo de Andrés González Otaño, trasladado al anatómico forense para realizarle la autopsia, presentaba heridas en las manos, la pierna izquierda y un hombro. Esta última pudo ser mortal al alcanzarle una arteria vital, según las primeras hipótesis, dado el gran volumen de sangre que perdió. Fuentes médicas añaden que sus problemas cardíacos pudieron agravar la situación de la víctima, que entró en parada cardíaca ya en el centro de salud.