Turismo

Gran Hermano en Venecia: un centro de videovigilancia y una tasa de 5 euros controlarán a los turistas

La ciudad aplica a partir del jueves una tasa de 5 euros a turistas diarios que pasará a formar parte de la Smart Control Room, un sistema de videovigilancia y control para gestionar la afluencia de turistas

Gran Hermano en Venecia: así es el centro de videovigilancia que controla el turismo en la ciudad.

Gran Hermano en Venecia: así es el centro de videovigilancia que controla el turismo en la ciudad. / Irene Savio

Irene Savio

Decenas de ojos observan a los transeúntes en la plaza de San Marco de Venecia. Desde su posición privilegiada los miran. Cada día. Literalmente, porque están colocados a metros de altura. Pero, sobre todo, porque esos ojos son 600 cámaras que –junto con sensores cuentapersonas– cubren casi toda la ciudad insular y envían la información a unas pantallas que observan unos agentes a kilómetros de distancia, en el Comando General de la Policía Local del Tronchetto. Allí está ubicada la Smart Control Room, un avanzado sistema de vigilancia que usa inteligencia artificial y nació con la misión de vigilar los flujos turísticos. El 'Gran Hermano' de Venecia. O 'Matrix', como se prefiera. 

El sistema recoge datos de los propios teléfonos móviles de los visitantes. Mando en mano, el agente Luca Busolin busca información y el sistema procesa y devuelve datos. Género, nacionalidad, edad. Busolin explica con detalle cada función. "Sin duda, uno de los aspectos más positivos de este sistema es la capacidad de ver a la gente con gran rapidez y precisión", afirma. Luego, añade: "¿Los teléfonos? De ahí obtenemos los datos del propietario de las SIM, como su nacionalidad, por ejemplo". A continuación, Busolin tuerce el gesto y acaba la frase: ”Pero todo se maneja de manera anónima, eh”.

Tres millones de viajeros al año

Es una tarde de abril, una de esas con el clima enloquecido, y en las pantallas del centro de control aparece la plaza de San Marcos, donde siluetas humanas corren de un sitio a otro, guareciéndose de la repentina lluvia, mientras la inteligencia artificial va tras ellos, desdibujando un contorno negro en torno a sus siluetas en movimiento.

Es abril de 2024 y la brecha entre dos mundos ha convertido Venecia en un escenario imposible en el que chocan vecinos, trabajadores y turistas. El turismo, vital para la economía del pequeño centro histórico veneciano, atrae a más de tres millones de viajeros al año; hasta 40.000 diarios, y hasta 100.000 durante festividades, en un lugar que sigue perdiendo población, sobre todo debido a la alta tasa de mortalidad.

Financiada con fondos europeos, la Smart Control Room es uno de los últimos experimentos de una ciudad que sigue buscando soluciones ante una realidad, la del turismo masivo, que incluso le ha supuesto a Venecia ser amenazada por la Unesco con ponerla en su lista negra. Creada en 2020, es el ojo que casi todo lo ve en Venecia, como en las redes de espionaje de los tiempos de la República Serenísima de Venecia. Ciclos históricos que tal vez se repiten

Cinco euros

Sin embargo, pocas han sido las voces en contra. No se han visto grandes manifestaciones públicas ni colectivos que hayan puesto el grito en el cielo. Las quejas, en cambio, han llegado en masa con una medida que Venecia venía discutiendo desde hace tiempo y que a partir de este jueves pasará a integrar la información que ya obtiene la Smart Control Room: los datos del nuevo sistema de reservas y el cobro de cinco euros para los visitantes que solo pasen un día en la ciudad. El objetivo, según las autoridades, es doble: disuadir a este turismo, pero también analizarlo, observarlo, en síntesis, espiarlo. “Así tendremos datos aún más precisos”, zanja Marco Venturini, concejal de Turismo.

“Integraremos ambos sistemas para tener una imagen aún más clara y finalmente Venecia podrá decir que sabe con exactitud cuántas personas están en la ciudad, cuántas personas han llegado y también, más o menos, cuáles son las áreas más visitadas en determinados momentos”, explica Venturini, frente al Ayuntamiento veneciano. “Nuestro fin es encontrar otro equilibrio entre turismo, residentes y trabajadores en Venecia. Aunque el turismo representa una riqueza para la ciudad, cuando es excesivo y se concentra, puede crear problemas significativos”, añade, recordando que la tasa se aplicará desde el 25 de abril hasta el 14 de julio, durante 29 días seleccionados, principalmente fines de semana y festivos, y excluirá a ciertas categorías como estudiantes, trabajadores y personas con discapacidades. “Este año lo experimentaremos y si funciona, lo aplicaremos más días en años futuros”, insiste.

Críticas vecinales

Desde los comités ciudadanos, muy activos en Venecia, siguen de cerca todas estas medidas con gran escepticismo. A Mario Secchi, de la asociación Venessia, no le preocupa tanto la privacidad: él critica la eficacia de estas medidas. “Hacen una montaña de un grano de arena. Todos estos análisis, todas estas máquinas, toda esta inteligencia… ¿para qué nos han servido? Para nada. Nada de nada”, afirma.

Pero Secchi, que también se queja del bajo importe de la tasa (que en su opinión no desanimará a nadie), también lamenta la mala imagen que, según él, transmite la ciudad. “Ni que fuéramos Disneyland”, afirma. Su sentir no es una rareza sobre todo en el centro histórico, donde la actual Administración de centroderecha perdió en las últimas elecciones locales. Algunos incluso creen que se trata de medidas que les castigarán. Eso sí, María, una vendedora de souvenirs cerca de la estación de Santa Lucía, sugiere riéndose: “A Venecia mejor no ir con tu amante”. 

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