Conflicto en Oriente Próximo

Los colonos israelíes siembran el terror en Cisjordania pese a las incipientes sanciones occidentales

Desde el pasado 7 de octubre, cuando el asalto de Hamás sobre el sur de Israel puso en marcha la guerra en Gaza, la violencia de los colonos se ha recrudecido en toda el Área C de Cisjordania, el 60% de su territorio, bajo pleno control civil y militar de Israel

Dos niños caminan por los escombros dejados por un ataque israelí en un campo de refugiados de Cisjordania.

Dos niños caminan por los escombros dejados por un ataque israelí en un campo de refugiados de Cisjordania. / Europa Press/Contacto/Nasser Ishtayeh

Ricardo Mir de Francia

Del granero de Netham Motam, conocido por sus vecinos como Abu Ali, todavía sale humo. Toneladas de forraje para sus animales se consumen a fuego lento. El pasado domingo al atardecer, medio centenar de colonos israelíes acompañados por una decena de soldados descendieron en tropel por la colina situada junto a su granja con palos y disparando. Le prendieron fuego al granero, le robaron dos ovejas, mataron a otra e hirieron a una cuarta. Su hijo recibió una pedrada en el ojo cuando trataba de cerrar la puerta de la finca y está hospitalizado. "Cuando le dije a los soldados cómo pueden permitir que maten a mis animales, me dijeron que me metiera en casa o me dispararían", cuenta ahora desde el salón de su casa. "No podemos hacer nada, eran muchos y no tenemos armas", añade resignado.

Los ataques de los colonos no son nuevos en Burqa, el pueblo de 3.000 habitantes a unos kilómetros de Ramala donde Abu Ali vive junto a su familia. En 2018 grupos de colonos judíos se establecieron en dos de los cerros que rodean el pueblo. Plantaron sus caravanas blancas entre los olivos propiedad de tres municipios palestinos de la zona y el hostigamiento pasó a ser un asunto cotidiano. "Desde entonces tienen muchas dificultades para sacar al ganado a pastar por la montaña. Básicamente, les han dejado sin pastos y han tenido que empezar a comprar forraje para alimentar a los animales", explica un trabajador de campo de una organización internacional que ha acudido a Burqa para documentar lo sucedido. Desde que comenzó la guerra en Gaza, Abu Ali ha sufrido cuatro ataques de los colonos. Y en tres de ellos, le quemaron el forraje.

Dos protoasentamientos rodean Burqa, el pueblo palestino atacado por los colonos israelíes.

Dos protoasentamientos rodean Burqa, el pueblo palestino atacado por los colonos israelíes. / / RICARDO MIR DE FRANCIA

El pasado domingo no solo fue atacada su granja. Cuando los vecinos del pueblo acudieron en su ayuda, los militares israelíes les cerraron el paso disparando gas lacrimógeno, según varias fuentes. También fuego real, aunque se desconoce si partió de los colonos o los soldados o de ambos. Siete vecinos resultaron heridos de bala, tres de ellos, con disparos en el pecho. "Como fuerza ocupante, el Ejército israelí tiene la obligación de proteger a los civiles porque en esta zona de Cisjordania la Autoridad Palestina no tiene mandato para actuar. Pero hacen justo lo contrario. Nos atacan conjuntamente con los colonos", explica el pastor visiblemente frustrado.

Sanciones de EEUU y la UE

Desde el pasado 7 de octubre, cuando el asalto de Hamás sobre el sur de Israel puso en marcha la guerra en Gaza, la violencia de los colonos se ha recrudecido en toda el Área C de Cisjordania, el 60% de su territorio, bajo pleno control civil y militar de Israel. Naciones Unidas ha documentado desde entonces un promedio de siete ataques diarios, una cifra sin precedentes desde que comenzó a recabar datos hace casi dos décadas. Palizas y asesinatos, destrucción de la propiedad, campos y viviendas quemadas, olivos arrancados… La rampante criminalidad esconde una campaña de limpieza étnica que solo en estos seis meses ha logrado expulsar a más de un millar de palestinos de sus tierras, según la oenegé israelí Btselem. Dieciocho aldeas han quedado completamente despobladas desde entonces con la complicidad del Gobierno de Binyamín Netanyahu, donde varios colonos de la extrema derecha sirven como ministros. Entre ellos Itamar Ben-Gvir, al frente de Interior, condenado en el pasado por delitos de terrorismo.  

La impunidad con la que actúan sus cachorros ha llevado por primera vez a Estados Unidos y la Unión Europea a imponer sanciones sobre un puñado de individuos y organizaciones del movimiento. Una medida sin precedentes, pero de momento, poco más que simbólica. No se ha sancionado a sus líderes o las instituciones que los amparan, sino a unos cuantos radicales a los que se responsabiliza de algunos actos de violencia y dos o tres organizaciones que han recaudado fondos para apoyarles. Nada realmente serio porque la colonización es una política de Estado, pese a ser ilegal bajo el derecho internacional, y la violencia de los colonos está amparada por el Ejército israelí. "Las fuerzas de seguridad israelíes deben cesar inmediatamente su participación activa y apoyo a los colonos en sus ataques sobre los palestinos", dijo la semana pasada la portavoz del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de Naciones Unidas.

Media docena de pueblos atacados

Pero nada ha cambiado. La prensa hebrea publicó hace tres días que Israel se dispone a legalizar cerca de 70 proto-asentamientos en Cisjordania, que incluso bajo sus propias leyes son ilegales. Y en paralelo, los colonos siguen a lo suyo. Después de que las autoridades israelíes encontraran el pasado 13 de abril el cadáver de un colono de 14 años en la Cisjordania ocupada --un crimen que se sigue investigando aunque el Ejército sostiene que habría muerto en un "ataque terrorista"--, media docena de pueblos palestinos fueron brutalmente atacados.

En Aqraba, cerca de Nablus, decenas de colonos escoltados por los militares prendieron fuego a más de 60 viviendas y comercios, además de un centenar de vehículos. Robaron o mataron centenares de piezas de ganado. Y dos palestinos de 21 y 30 años fueron asesinados, según las autoridades locales. Escenas muy parecidas a las vividas en Al Mughayyir, Beitin o Duma. La Media Luna Roja palestina afirmó que los militares impidieron a sus ambulancias acceder a la zona para rescatar a los heridos.

En Beitin, más cerca de Ramala, un palestino de 17 años fue asesinado de un disparo en la cabeza. "La gente tiene miedo y está preocupada. No tenemos armas ni nadie que nos defienda", dice a este diario Ayman Hamed, el teniente de alcalde de Beitin. Todos los accesos al pueblo han sido cerrados, salvo una estrecha carretera de cabras que obliga a sus vecinos dar una larga circunvalación para poder llegar a la capital administrativa palestina. "Nos quieren expulsar, pero no nos vamos a ir. Es la tierra de nuestros ancestros y la gente está comprometida para aguantar pase lo que pase", afirma Hamed.

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