La próxima ronda formal de negociaciones del futuro acuerdo comercial entre la UE y el Reino Unido -la novena- tendrá lugar en Bruselas a partir del 28 de septiembre, justo dos días antes de que expire el plazo dado a Londres para rectificar su propuesta de ley sobre el mercado interno y eliminar cualquier disposición que vulnere el acuerdo de retirada pactado con la UE. Hasta entonces, ni la Comisión Europea ni los Veintisiete tienen intención de dejarse impresionar por las maniobras tácticas de Boris Johnson, ni mucho menos modificar la agenda de la cumbre extraordinaria que celebrarán los líderes europeos el 24 y 25 de septiembre.

"No vamos a cambiar nuestros planes. El 'Brexit' puede ser objeto de un punto de información, pero todavía no está claro", explican fuentes del Consejo sobre la cita que reunirá a los líderes europeos en la capital europea una semana antes de expire el ultimátum. Sí se esperan hasta entonces "contactos informales" entre el negociador europeo, Michel Barnier, y su homólogo británico, David Frost, probablemente uno por semana, así como el seguimiento habitual por parte de la Eurocámara y las 27 capitales europeas que siguen con absoluta incredulidad la estrategia de Johnson.

"En más de 30 años como diplomático no había experimentado un deterioro tan rápido, intencional y profundo de una negociación", lamentaba ayer el embajador alemán en el Reino Unido, Andreas Michaelis. La misma sensación que tienen los diplomáticos a este lado del Canal de la Mancha. "No hay nada lógico en esto. No tengo ni idea de lo que va a hacer este señor, que ha firmado un acuerdo internacional hace cinco minutos, al reconocer y decir que lo incumple cinco minutos después. No es británico ni táctico", afirmó Michaelis.

Aunque la sensación de pesimismo ha vuelto a dispararse, en Bruselas tienen claro que la UE no será la primera en levantarse de la mesa ni en tirar la toalla.