Nubes de estudiantes, señores vestidos de caballeros templarios, parroquianos llegados desde todo el país y familias con ánimo reivindicativo ocuparon ayer parte del National Mall de Washington para manifestarse contra el aborto en la multitudinaria Marcha por la vida que desde hace casi medio siglo se celebra en Washington. Una marcha que este año ha tenido un significado especial porque, por primera vez, ha contado con la máxima autoridad del país.

Donald Trump se ha convertido en el primer presidente en dirigirse a las decenas de miles de participantes desde la tribuna de oradores situada entre el Capitolio y el Monumento a Washington. Su participación, en pleno año electoral, puede verse como un intento de capitalizar las políticas antiabortistas de su Administración, asunto capital para muchos votantes católicos y evangélicos.

Trump aprovechó la ocasión para recordar la larga lista de medidas adoptadas por su Administración contra los derechos reproductivos de las mujeres, una agenda que se ha visto acompañada por la aprobación de leyes extraordinariamente restrictivas en numerosos estados gobernados por republicanos. En algunos de ellos, prácticamente no quedan ya clínicas para interrumpir el embarazo de forma voluntaria.

El movimiento antiabortista se siente envalentonado desde que Trump impusiera una mayoría de jueces conservadores en el Tribunal Supremo y se ha embarcado en una ofensiva legal para intentar que la máxima autoridad judicial del país reconsidere "Wade contra Roe", la sentencia que legalizó el aborto en Estados Unidos en 1973.

Aquel año empezaron las Marchas por la vida en Washington, concentraciones que han tenido a otros héroes en la Casa Blanca como los Reagan y los Bush. Todos ellos intervinieron por teléfono o con mensajes de vídeo, pero hasta ahora ninguno lo había hecho de forma presencial.

Trump no solo ha roto con la tradición, sino que ha aprovechado para cargar contra sus rivales políticos con un discurso que tuvo por momentos resonancias de mitin. "Los demócratas han abrazado las posturas más radicales que existen al respecto en este país", afirmó el presidente. Las encuestas revelan sin embargo, que la mayoría de los estadounidenses respaldan el derecho al aborto.