La cadena de estallidos sociales que se apodera de América Latina suma desde el jueves otro eslabón: Colombia. La capital del país, Bogotá, vivió ayer una dura jornada de disturbios contra el presidente del país, el derechista Iván Duque, que también se extendieron a otras ciudades, con choques con la Policía y bloqueos en el transporte público.

Los disturbios de ayer fueron la prolongación de la luctuosa jornada de huelga general del jueves, saldada con tres muertos, un centenar de heridos y otros tantos detenidos en todo el país. Según datos oficiales, dos de las muertes se registraron en los municipios de Buenaventura y en Candelaria, ambos en el departamento de Valle del Cauca (suroeste), cuando la Policía intentó detener saqueos en zonas comerciales.

La multitudinaria jornada de huelga había sido convocada por sindicatos, jubilados, profesores, estudiantes, colectivos indígenas y LGTBI para protestar contra las políticas económicas de Duque. Los convocantes denuncian el deterioro de pensiones y salarios, la violación de acuerdos con los estudiantes, la perenne situación de violencia -más de 160 dirigentes sociales y sindicales han sido asesinados este año- y el intento gubernamental de modificar el acuerdo de paz de 2016 con las FARC.

En Bolivia, donde se mantienen vivan las protestas desatadas por el fraude en las elecciones presidenciales del pasado 20 de octubre, el Gobierno interino de la derechista Jeanine Áñez, elegida sin quorum parlamentario para llenar el vacío de poder dejado por el golpe contra Evo Morales, presentó ayer una querella ante la Fiscalía por delitos de sedición y terrorismo contra Morales y el exministro de la Presidencia, Juan Ramón Quintana, a los que el Ejecutivo acusa de incitación a la violencia. El Gobierno de Áñez acusa a Morales de ordenar a un dirigente sindical, en conversación telefónica, "dar dura batalla a los fascistas y racistas". "Va a ser hora de combate, combate, combate" habría dicho Morales, quien habría pedido a los suyos que "hagan cercos de verdad para que no entre comida a las ciudades". Quintana habría llamado a "convertir Bolivia en un Vietnam".

El conflicto alcanza su culmen en el cerco a la capital, La Paz, por la vecina localidad de El Alto, de mayoría indígena, cerca de la cual fueron muertos por disparos de policías y militares ocho seguidores de Morales el martes. La marcha fúnebre, que arrancó de El Alto finalizó el jueves en el centro de La Paz con una dura carga policial y los ataúdes tirados en la calzada.