El candidato que va en cabeza en la carrera para ser el nuevo líder del Partido Conservador y primer ministro británico, Boris Johnson, es uno de los políticos más conocidos del Reino Unido. No obstante, su prominente figura como miembro del Parlamento, alcalde de Londres y exministro de Exteriores siempre ha estado salpicada de controversia.

Johnson, de 55 años, se convirtió en una cara conocida tras aparecer en programas televisivos de actualidad, donde destacó rápidamente por su caótica y vehemente personalidad. Entonces era considerado más liberal que muchos "tories".

Si como periodista cuestionó la derogación de las leyes que prohíben la promoción de la homosexualidad, como diputado cambió de táctica y dijo que el Estado no debería interferir en la vida de las personas. También votó a favor de las asociaciones civiles.

El populista Johnson nunca ha dejado de lado su carrera periodística. En 2004, después de cosechar cierta polémica como redactor de la revista "The Spectator", tuvo que disculparse públicamente con la ciudad de Liverpool por haber criticado la decisión de la urbe de declarar el luto por el asesinato de Ken Bigley, un ingeniero local que fue secuestrado y asesinado en Irak.

Un año más tarde renunció a su cargo en la publicación cuando el nuevo líder conservador, David Cameron, lo nombró ministro "en la sombra" de Universidades. Sin embargo, continuó escribiendo para "The Daily Telegraph" y tuvo que pedir perdón, esta vez a todo un país, al vincular a Papúa Nueva Guinea con el "canibalismo y la matanza de jefes" en una columna.

Johnson llegó a alcalde de Londres en 2008 y lo fue hasta 2016. Sus mayores logros fueron la disminución de la tasa de homicidios, que cayó de 22 a 12 casos por millón, aunque ya había empezado a descender durante el segundo mandato de su antecesor, el laborista Ken Livingstone. Entre otras medidas, dio más poder a la Policía para practicar arrestos y registros a fin de combatir los delitos violentos, e incrementó el número de agentes pese a los recortes del Gobierno.

En cuanto al transporte público, puso autobuses más pequeños (también más caros) cuyos motores híbridos dieron problemas (el público le tachó de vanidoso por estos cambios "innecesarios").

Una de sus iniciativas más famosas fue la red de bicicletas públicas conocidas entre los londinenses como "Boris bikes", introducidas en julio de 2010. Johnson promovió su proyecto montando las bicis él mismo y el número de alquileres superó los 10,3 millones durante su último año como regidor.

Como alcalde, Johnson se involucró en la supervisión de los preparativos de los Juegos Olímpicos de 2012, cuya planificación había comenzado ya en 2005. (Uno de los momentos más memorables fue cuando se quedó atrapado en una tirolina y tuvieron que rescatarle.) Las Olimpiadas de Londres fueron un éxito que proporcionó un gran impulso económico al país y a la ciudad, aunque el coste de algunas instalaciones superó con creces lo presupuestado.

En 2016 entró en el Gobierno como ministro de Exteriores, etapa que también incluyó momentos bochornosos que tuvo que rectificar en el Parlamento, el primero sobre el caso de una británica detenida en Irán, a la que acusó injustamente, y el segundo por las críticas a Arabia Saudí, país aliado. En uno de sus artículos afirmó que "las mujeres musulmanas que llevan el burka parecen buzones de correos", aunque para entonces había dejado ya el gabinete de Theresa May.

A pesar de que en 2013 escribió un artículo en el que decía que salir de la UE no resolvería los problemas del Reino Unido, fue un firme defensor de la salida del club comunitario en la campaña del referéndum del "Brexit", aunque después del triunfo del "sí", se descubrió que había mentido cuando afirmó que el abandono del bloque supondría un ahorro semanal de 350 millones de libras (396 millones de euros) que el Reino Unido podría destinar a la sanidad pública.

Ahora Johnson apoya la salida con o sin pacto con la UE, aunque le gustaría negociar un nuevo acuerdo, opción que Bruselas rechaza de plano.

También argumenta que una disposición en virtud del Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio, conocida como GATT 24, podría usarse para que el Reino Unido evite aranceles durante los próximos diez años, pero admite que necesitaría la aprobación de la UE, y asismismo promete apoyar a la comunidad rural en el escenario de un "Brexit" a las bravas con "soporte de precios" y "pagos de eficiencia".